Solo les quedan 20 horas de regata. El domingo por la mañana, si todo va bien, François Gabart acabará su primera vuelta al mundo en solitario, sin escalas y sin asistencia. Un final apoteósico, en el que el ganador deberá primero vencer los últimos obstáculos meteorológicos que se levantan en su camino. Armel Le Cléac’h, esperado entre 3 y 6 horas después, tiene el mismo panorama.
Los pies en el suelo

Mientras Alessandro Di Benedetto navega a más de 5.000 millas de la llegada, François Gabart (MACIF) y Armel Le Cléac'h (Banque Populaire) afrontan el último tramo de su vuelta al mundo a gran velocidad. El puerto de Les Sables d'Olonne está a poco más de un día de navegación. Alex Thomson (Hugo Boss) ha modificado su trayectoria para estar más cerca de Jean-Pierre Dick (Virbac Paprec 3) cuando los alcance un frente con viento más fuerte y poder acudir en su auxilio si lo necesita. Detrás, el resto de la flota prosigue su remontada del Atlántico, con el regreso previsto de Dominique Wavre (Mirabaud) al hemisferio Norte a lo largo de esta mañana.

Pajuelín XIII – Benidorm se adjudica la ‘meta volante’ en aguas murcianas de isla Grosa tras obtener los tiempos compensados. El viento de componente Sur, con 4 nudos de viento, están complicado el última tramo en el que Alzira-Moraira, segundo en la general en tiempo real, ya se encuentra en Xàbia

François Gabart y Armel le Cléac’h están en la latitud del cabo de Finisterre y pronto se zamparán con viento portante el golfo de Vizcaya. El patrón del MACIF se encuentra a tan solo 721 millas del final de su vuelta al mundo. Se le espera en Les Sables d’Olonne el domingo, entre las 5 y las 11 de la mañana, algunas horas antes que a su inmediato perseguidor. A los dos inseparables rivales les quedan apenas 48 horas de mar en solitario antes de sumergirse en un verdadero baño de masas. 48 horas de atención extrema, porque va a soplar un viento fuerte del sudoeste y sobre todo habrá olas más que considerables.

- Jean-Pierre Dick deshoja la margarita de su futuro. Jean Le Cam y Mike Golding cruzarán el Ecuador esta noche. Pronto faltarán 1.000 millas, 1.852 km, antes del final del trayecto. Al salir del archipiélago de las Azores, François Gabart sigue al frente de la flota y navega a 18 nudos rumbo al cabo de Finisterre. Pero las suyas no son las condiciones de todos los 12 supervivientes de esta Vendée Globe: mientras unos vuelan a favor de un fuerte viento portante, otros se las ven y se las desean para no quedarse parados en un viento muy escaso; los hay que se curan de sus heridas y otros que empiezan a pensar en racionar la comida. Pero todos luchan con un objetivo común: concluir su vuelta al mundo.

Es sólo cuestión de días. Las previsiones de llegada de François Gabart y Armel Le Cléac’h van afinándose. Y todo el dispositivo se pone en marcha en el puerto francés que, hace poco más de 74 días, veía como 20 marinos soltaban amarras bajo la lluvia. El clima es favorable para progresar rápidamente hacia el objetivo, pero se impone la prudencia.

Es la obsesión de los navegantes: una avería como la que ha sufrido esta noche Jean-Pierre Dick. Cuando el podio parecía al alcance de la mano, ve que todos sus esfuerzos serán inútiles por la rotura de la quilla. A pocos días de la llegada, es golpe moral para el conjunto de la flota y una llamada a la mayor prudencia.

Sueño roto. Golpe terrible para Jean-Pierre Dick (Virbac Paprec 3). Mientras navegaba a buen ritmo rumbo a un probable podio, el patrón nicense ha visto cómo sus ambiciones se hundían en el océano en pocos segundos, al perder la totalidad de su quilla. Una rotura mecánica cruel que recuerda a todos los patrones que la regata no está acabada, ni mucho menos, y que el sueño puede hacerse añicos en cualquier momento.

Ya llega. Temido por alguno, esperado por los otros, el paso de la pequeña dorsal que se prolonga hacia el sudoeste de las Azores frenará, progresivamente, a los dos líderes de la Vendée Globe. En el Atlántico Sur, la progresión caótica de unos y los problemas de material dominan sobre las consideraciones tácticas. Lo importante es aguantar la guerra de desgaste, tanto si se trata de desgaste material como desgaste psicológico.

Tras romper su espináquer anoche, Alessandro se vio obligado a subir una vez más a lo alto del mástil con casi 30 nudos de viento y una mar formada. “He podido liberar el mástil del calcetín y del resto del espináquer. He tardado dos horas para subir y bajar del palo. Debido a las condiciones, he dejado la polea de la driza de tope de mástil arriba y solo me queda la polea de la driza fraccionada. Yo estoy bien, me he dado golpes un poco por todas partes al subir y bajar, pero no estoy herido”.