Con la la latitud de Buena Esperanza, en el punto de mira
Una vez recorrida la primera cuarta parte del recorrido, los líderes de la Vendée Globe se disponen a doblar el primero de los tres grandes cabos de su vuelta al mundo. Mañana tienen previsto pasar la latitud de Buena Esperanza,
A la suerte de haber cruzado el Atlántico Sur en línea recta desde el norte de Brasil, en unas condiciones ineditas en anteriores vendée, no todo son alegrías, llevan más de diez días navegando amurados a babor con el consiguiente “estar un poco hartos de inclinarse siempre hacia el mismo lado. Esperemos que valoren lo acontecido estos diez días pues pronto iniciarán sus primeras trasluchadas, algo que sus perseguidores ya han empezado a hacer ahora que están, por su parte, en la cola del sistema de bajas presiones y tratando de encontrar el mejor paso entre un frente por un lado y la alta presión de Santa Elena que se está reformando por el otro.
«Desde esta mañana, la mar se ha calmado y el viento ha bajado un poco. Las condiciones son un poco más habitables que en los últimos cuatro o cinco días. Un respiro no es desagradable», comenta Nicolas Lunven (Holcim - PRB), no descontento por volver a encontrar un poco de calma. Sin embargo, es una calma relativa, ya que él y sus rivales directos siguen avanzando a buen ritmo antes de la baja. «Avanzamos amurados a babor desde el oeste de Canarias, casi doce días. Mi pierna derecha está creciendo un poco más que la izquierda.
Lo saben y tienen paciencia, no tendrán que esperar tanto para cambiar de rumbo. En las próximas horas, negociará una fase de transición entre esta baja y las Australes, que se desplazan a lo largo del borde de la Zona de Exclusión Ártica (AEZ). En otras palabras, tendrá que lidiar con vientos mucho más suaves a partir de mañana y durante unas 48 horas, antes de dirigirse más al sur y luego hacia la Autopista del Sur Profundo. Unas condiciones bastante frescas durante dos días les permitirá descansar un poco, comer bien, echar un vistazo al barco y reparar algunas cosas.
Pequeños ajustes a la espera del próximo tren
Justine Mettraux (TeamWork - Groupe Snef) tiene un estado de ánimo similar. «Mañana habrá un momento de calma. Tendremos que aprovecharlo al máximo, sobre todo para realizar las últimas comprobaciones en el barco antes de adentrarnos de verdad en el Océano Antártico», explica la navegante suiza que, al igual que Sam Davies (Initiatives-Cœur), Boris Herrmann (Malizia - Seaexplorer) y Clarisse Crémer (L'Occitane en Provence), ya ha comenzado a realizar algunas viradas ligeras entre el frente al norte y el Santa Helena, que se está afianzando al sur: para mantener una brisa decente. Esto es más fácil de decir que de hacer, dado que, por un lado, es muy ligera y, por otro, muy inestable. Lo mismo le ocurre al grupo que le sigue, hasta Damien Seguin (Groupe APICIL). Él también va a tener que esperar hasta mediados del fin de semana para coger otra baja. Una baja que podría acompañarles hasta el centro del Océano Índico y, potencialmente, permitirles frenar la sangría con los líderes.
Acción y reflexión
¿Qué pasa con el pelotón principal liderado por Arnaud Boissières (La Mie Câline)? Por el momento, siguen bajando en fila india, o casi, hacia el extremo sur del continente africano. Aunque se perderá la próxima baja, alcanzará otra, que se prevé relativamente rápida. Esto debería permitirle pensar en doblar el Cabo de Buena Esperanza el miércoles, cinco días después que el pelotón de cabeza, que debería cruzar la longitud del famoso promontorio sudafricano a partir del mediodía de mañana. Los primeros indicios no se harán esperar. Esta tarde, el trío de cabeza, Charlie Dalin (MACIF Santé Prévoyance), Sébastien Simon (Groupe Dubreuil) y Thomas Ruyant (VULNERABLE), podrían sentir los efectos de la corriente de las Agujas, una de las corrientes de superficie más fuertes y regulares del planeta porque puede alcanzar 3-4 nudos e incluso más en ciertos lugares y sin duda es un efecto a vigilar. Aunque el comentario que sigue se produce cerca de la costa, es que a partir del Cabo de Buena Esperanza se arremolina un poco por lo que es bastante difícil tomarle el pulso que no es nada fácil. Y con razón: la corriente se opone al viento y sostiene el oleaje y las olas, que a veces pueden alcanzar alturas dantescas: las famosas rogue waves, antaño consideradas un mito y que pueden alcanzar muchos metros de altura.