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Primer desafío meridional a la vista

Primer desafío meridional a la vista

Tras el principal objetivo en los últimos días, la velocidad, la situación está empezando a cambiar. Los solitarios de la Vendée Globe ya no sólo tienen los ojos pegados al espejo retrovisor para vigilar a sus rivales. También tienen que vigilar la llegada de un tren de depresiones, el primero llegará a mediados de esta semana y pueden esperar a ser empujados, hasta siete días, por los vientos que generen.

Acompañados por albatros, los solistas tendrán decisiones difíciles.
Los líderes, cerca de las islas Marion y Príncipe Eduardo, se enfrentan a un dilema inmediato: aún deben decidir como negociar el primer sistema de bajas presiones que se arrastra tras ellos. Los modelos meteorológicos, difieren unos de otros y no se tiene certeza del devenir respecto a la inestabilidad del tiempo, de ahí que se posponga la decisión hasta el último momento.
Ir por el centro no es muy atractivo. Quedan dos opciones: ir hacia el sur o hacia el norte. En el primer caso, es un poco arriesgado pero acorta la ruta. En el segundo caso, hay que asegurarse de no quedarse atascado en la calma y, por tanto, pasar tres días más de lo necesario en el Indico

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Flota perseguidora

Atrás quedaron los días de altas presiones, zonas de condiciones suaves. Tienen que coger el ritmo del Océano Antártico, acostumbrarse al frío y aceptar los ruidos del barco con mar gruesa. A bordo de los barcos IMOCA, la vida se reorganiza poco a poco. También el equipamiento de su tripulante. Barcos diferentes e historias diferentes también, se trata: de medir los riesgos que estás dispuesto a asumir o no. Esta es la pregunta que ya se están haciendo varios navegantes. Con una brecha con los de cabeza de más de 1000 millas tienen sus propios dilemas como los líderes.

Entre los barcos de orza, a unas 2.500 millas de los líderes, Fabrice Amedeo (Nexans - Wewise) está preparado para una próxima etapa muy diferente. "Se acabaron las altas presiones, las zonas blandas y el tiempo suave", afirma. "Tendremos que coger el ritmo del Océano Antártico, acostumbrarnos al frío y aceptar el ruido del barco con mar gruesa".