El Mirabaud alcanzaba ayer por la tarde el Ecuador y por lo tanto navega ya en aguas del hemisferio sur
“Hemos pasado sin incidentes y apenas hemos ralentizado el ritmo”, explica Dominique Wavre. “Durante dos días el cielo ha permanecido gris, lechoso y plomizo. Han caído algunos chaparrones pero el viento no ha llegado a parar del todo hasta esta mañana. Ahora mismo apenas hay viento”.
Los dos veleros en cabeza de la flota, Virbac Paprec 3 y Foncia, han sido los primeros en padecer el freno que supone entrar en esta zona de convergencia intertropical conocida en francés como el ‘Pot au Noir’ y por esta razón las distancias
entre los competidores han disminuido significativamente desde el comienzo de la semana.
Los líderes han sido también los que antes han tocado el ‘nuevo viento’ por lo que la separación entre barcos, lógicamente, ha vuelto a ampliarse desde anoche. Estos dos veleros harán escala en Arrecife, Brasil,y por tanto la jerarquía de la clasificación cambiará.
“La regata es apasionante”, cuenta Dominique con entusiasmo. “Hay un grupo de siete líderes en cabeza de la flota, muy cercanos los unos de los otros. Teniendo en cuenta la cantidad de días que llevamos de competición la regata se
convierte en algo todavía más interesante, pero esta situación no me extraña ya que el nivel es muy alto”.
El Mirabaud rinde bien, a pesar de un pequeño detalle: con brisa ligera el barco ‘canta’ y cuando el viento aumenta, el barco navega más rápidamente y ‘aulla’. “Hay una vibración en la pala del timón”, detalla Dominique. “Es un verdadero
problema que nos preocupa ya que la vibración se hace muy pesada de soportar físicamente; la caña vibra mucho y el ruido es a veces insoportable.
Además la vibración significa una pérdida de energía. Se trata de un problema que no conseguimos resolver totalmente antes de la salida y que no tiene solución en alta mar, así que tenemos que vivir con ello”.
Por si esto no fuera suficiente, una de las velas de proa, el gennaker, cayó al mar a principios de semana tras la rotura del grillete, la fijación que lo sostiene en lo alto del mástil, según relata Dominique: “Es una vela que nos hace mucha falta. La utilizamos en una amplia gama de vientos y ángulos así que es un castigo no poder usarla. Para nosotros es una prioridad poder repararla, pero para ello nos hace falta una mar plana ya que tenemos que desplegarla sobre el puente”.