El Estrella Damm sigue al acecho del tercer puesto cuando entra en la zona de vientos estables del noreste
El momento que todos los navegantes esperan ha llegado para el Estrella Damm y el resto de líderes de la flota de la Barcelona World Race.
Cuando navega al oeste de las islas Canarias, el barco de Pepe Ribes y Alex Pella está entrando en el régimen de alisios, lo que se conoce en la jerga marina como “autopista” hacia el sur. Se trata de un viento constante del noreste, de unos 20 nudos, que viaja de las zonas subtropicales al ecuador y que permiten una navegación más plácida… hasta la llegada de las calmas ecuatoriales o Doldrums.
La entrada en los alisios debe permitir ampliar ventajas respecto a los perseguidores del primer barco español de la flota, a la vez que éste sigue atacando al tercer puesto, ocupado por el Mirabaud de Dominique Wavre y Michèle Paret.
En un e-mail de esta madrugada desde la “Perla Roja”, como cariñosamente llama Pepe Ribes al Estrella Damm, el patrón de Benissa (Alicante) destilaba buen ánimo y explicaba que la embarcación catalana estaba ya “llamando a las puertas del alisio”, evocando la famosa canción de Bob Dylan (“Knocking on heaven’s door”, llamando a las puertas del cielo”). Las condiciones del viernes no eran demasiado cómodas: “Hoy (por el viernes) hemos navegado con muy poco viento, código 0 (vela de proa de grandes dimensiones) casi todo el día, y con un mar de fondo de suroeste muy fuerte, que hacía muy difícil a veces llenar las velas de viento”, comentaba Ribes.
Pero en las últimas horas la situación comienza a ser más propicia: “Ahora tenemos 12 nudos de noroeste, por lo que creemos que estamos "knock knock knocking on alisio's door" (llamando a las puertas del alisio). Hemos izado el A3 (otra vela asimétrica de proa para vientos portantes) y estamos empezando a acelerar un poco”, explicaba Ribes.
El patrón del Estrella Damm junto a Alex Pella destacaba el nerviosismo de la pasada jornada por evitar quedarse parados en el centro del anticiclón, circunstancia que ambos supieron evitar: “La vida a bordo ha estado tranquila excepto que hemos pasado un poco de nervios por estar tan cerca del anticiclón y esperar a que bajara el barómetro ha sido una obsesión por no quedar atrapados en el centro sin viento”.
Dureza y sensibilidad
Ribes comentaba con estoicismo admirable las molestias propias de la primera semana de navegación: “Me duelen las manos, como siempre la primera semana. Casi no puedo coger nada, pero sé que en unos días no las sentiré, y así el dolor se va”.
En medio de la competición, siempre hay momentos mágicos, auténtico motivo para vivir una aventura tan arriesgada como la vuelta al mundo a dos y sin escalas: “La noche está increíblemente estrellada”, comentaba Ribes. “Estos últimos días hemos tenidos tantas estrellas fugaces que no soy capaz de contarlas. Es más, estoy terminando los deseos, así que si me mandáis los vuestros (…) los pediré por vosotros”, concluía la bitácora.