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Once marineros jubilados. Experiencia para estudiantes

Clase magistral de once marineros jubilados en un instituto de Ribeira (A Coruña).

“¿Cuántos padres han amenazado a sus hijos con echarles de casa? Yo le dije un día a mi hijo para que estudiase que, antes de ser lo que yo fui en la vida, era mejor que se ahorcase. Pero ¿y si él lo hubiese hecho? No me habría perdonado nunca ese pecado a mí mismo. Estudiad. Aprovechad el tiempo”.

Con esta escalofriante reflexión y con lágrimas en los ojos se dirigía ayer a los alumnos del IES Coroso de Ribeira José Regueira Pérez, un marinero jubilado de 85 años.

Era el broche de oro al programa Memoria na escola de la Cruz Roja, que durante los últimos meses permitió a varios marineros jubilados adentrarse en el mundo de la informática en dicho centro. Ahora ya saben chatear y tienen su propio correo electrónico.

Ayer cumplieron con la otra parte del intercambio: compartir sus experiencias vitales con los alumnos del instituto.
Les hablaron de sus “sacrificios” para poder estudiar, de sus primeros trabajos, de lo que aprendieron... de la vida.
José Regueira, el decano de este grupo de marineros atrapados en esa red que es Internet, fue el más aplaudido al señalar que “fui albañil, camarero, maquinista, fogonero... Dormí entre parricidas y proxenetas. Pero estoy orgulloso de mi vida, porque conseguí evitar que mi hijo fuese marinero. Aprovechad la oportunidad que os dan”.
El consejo común de estos marineros jubilados a los alumnos fue que estudien una carrera para evitar trabajos que, aún bien pagados, son muy duros.

“Mi mujer cuidó a los hijos”

También coincidieron en el análisis de sus vidas lejos de sus familias durante varios meses al año: “Mi mujer crió y educó a nuestros hijos. Eso tiene mucho mérito”, dijo Vicente Trillo, quien a los 15 años ya era oficial de primera en un taller y a los 18 comenzaba a trabajar en el mar.

Pero todavía hoy, en la jubilación, siguen compartiendo cosas. “He trabajado 18 horas al día durante 46 años de vida laboral. Ahora no sé qué hacer con tanto tiempo libre”, decía Vicente.

Manuel Crujeiras fue durante 18 años patrón mayor de Algeciras. Estuvo trece años en Venezuela, en Noruega, en Sudáfrica.... Pero sus inicios como marinero, siendo un niño, están en torno a la isla de Sálvora. Allí salía de madrugada a pescar pulpos con la modalidad del espejo. La vida se le pasó en un suspiro. “Conocí a mi hija cuando ya tenía 13 meses. Que un hijo te pregunte quién eres es muy duro”, dijo emocionado.

“Os estáis jugando el futuro en estos primeros años de vuestra vida. El esfuerzo vale la pena para no pasar lo que hemos pasado nosotros”, señaló Manuel.

Esta impactante frase la complementó con otra: “Mi hijo también pasaba de todo y, cuando se echó las manos a la cabeza, no se la encontraba. Pero, afortunadamente, se dio cuenta a tiempo”.

Fueron once historias diferentes, aunque parecidas. Ramón Santos, que estuvo 18 años en la Marina Mercante, reconoció que “el mar da mucho dinero, pero se queda mucho a cambio. Yo tenía mucho dinero en el bolsillo... pero el mar me alejó de mis amigos. Estaba solo y no vi nacer a ninguno de mis hijos”.

El hermano del director

Juan Ventoso (hermano del director del IES Coroso, José Antonio Ventoso) habló de las condiciones de trabajo en su época, con barcos muy inestables en el duro Gran Sol.

Desde el inicio de las charlas, a las 09.00 horas, hasta que acabaron, casi a las once, los alumnos escucharon con un respeto y una atención dignos de elogio. Nadie les obligó a ir. Madrugaron. Alguno incluso llegó tarde, pero llegó. Fue, sin duda, una clase para recordar.

Ellos, los profesores de la vida, ya son un club. Intercambiaron direcciones de e-mails y acordaron que van a verse cada día... en el bar o en Internet.