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De hombres y barcos

En mayo de 2001, el Comité de Seguridad Marítima de la OMI (Organización Marítima Internacional) aprobó abordar el tema de los 'lugares de refugio', tras el incidente sufrido por el buque tanque Castor, que vagó durante días por el Mediterráneo (tras ser expulsado de nuestras aguas por este mismo Gobierno) completamente cargado y con un problema estructural serio, una grieta de 24 metros en el casco, hasta que le fue permitido refugiarse frente a la costa de Túnez y hacer el trasbordo de la carga para su posterior reparación.

Aquella vez salió bien, pero podía haber ocurrido lo mismo.

Afortunadamente, dentro de unos años la OMI establecerá una legislación al respecto, y dentro de otros cuantos entrará en vigor en los países que la ratifiquen.

Mientras, nuestro país y otros (en el caso del Castor también Marruecos y Gibraltar rechazaron ofrecer refugio al barco) seguirán impidiendo que los barcos en apuros se refugien en nuestras costas.

Por poner una comparación completamente válida y más cercana al público de tierra, puesto que en este país sólo nos preocupamos del mar y los barcos cuando manchan, es como si un avión informa a la torre de control de que va a realizar un aterrizaje de emergencia debido a problemas técnicos, y el aeropuerto le contesta que abandone inmediatamente el espacio aéreo de esa torre, para evitar el riesgo de que las cosas salgan mal, no vaya a ser que se estrelle contra un edificio.

Si esa hipótesis parece ridícula, lo que está sucediendo con los barcos es exactamente lo mismo. Ya está bien de leer y escuchar las barbaridades que se están diciendo a cuenta del Prestige, todavía estoy por leer la opinión de un solo profesional del sector afirmando que lo más correcto era remolcar un barco que sufría un 160% (datos del ABS) del esfuerzo máximo permitido mar adentro y con mal tiempo.

Este fin de semana, el Sr. Rajoy trataba de vender la idea de que acercarlo al puerto de La Coruña supondría bloquear el puerto y de que no hay calado, lo que cualquier profesional comprobará que es mentira (con mayúsculas) con un breve vistazo a la carta de La Coruña (BA 1114). El barco, calando 14 metros, podía entrar en La Coruña y otros lugares del litoral gallego casi incluso con marea baja y, además, no era necesario meterlo dentro del puerto, bastaba con alcanzar aguas relativamente protegidas para descargarlo. Incluso aunque varase en tierra, no habría habido tal catástrofe, y al descargar el fuel de los tanques habría reflotado de nuevo; en el peor de los casos, si se hubiera partido estando fondeado o varado, se habría podido controlar y vaciar los tanques, y una vez descargado, sin dejar de ser una operación complicada, el barco no está perdido, se puede remolcar para desguace o reparación.

Ya está bien de la demagogia barata contra los 'barcos chatarra y basura' que tanto se oye hoy en todos los medios.

El Prestige tenía la certificación del ABS (American Bureau of Shipping), cualquiera que entre en la página www.eagle.org de dicha sociedad clasificadora, una de las más grandes, podrá leer el informe preliminar sobre el siniestro. De entrada, el ABS se ratifica en su certificación, y hace un análisis de las posibles causas del accidente, una de las cuales es la colisión con un objeto flotante, y en aquellos días tres barcos perdieron parte de su carga en la zona: uno contenedores; otro, troncos; y otro, tuberías de acero.

Si el barco era chatarra, todo el sistema de certificaciones y calidad que impera en el mar se tambalea. Las causas del siniestro las determinarán los investigadores, y posiblemente no sean únicas sino que se deban a la suma de muchos factores.

Mientras tanto hay que separar claramente tres cosas. 1. El daño en el casco del Prestige. 2. Las medidas tomadas por nuestras autoridades. 3. La solución, ahora que el daño está ya hecho.

Sobre el punto 1, se sabrá cuando concluyan las investigaciones, aunque, por cierto, en un principio no hubo grandes derrames hasta que empezó la aventura del remolque. Sobre la actuación de las autoridades se utilizó un criterio calificable de cualquier cosa menos de profesional, y en este tema ya es hora de que se pida la opinión de marinos mercantes e ingenieros navales, que son los únicos con autoridad y derecho para opinar. A los demás sabios del momento les toca callar y tomar nota, pero basta ya de que nos engañen y nos traten de vender una decisión mal tomada. Sobre las medidas a tomar para solucionar ahora el problema, aquí es donde los marinos nos tenemos que callar, y dejar a los científicos del CSIC que busquen la solución a un desafío que es histórico, y desde luego sentará un precedente para el futuro, esperemos que positivamente.

Por cierto que el capitán del Prestige hizo lo que habría hecho cualquier buen capitán, y está en la cárcel por ello, cuando quien debería estar en prisión es quien tomó la decisión de no dejar aterrizar al avión, quiero decir al barco. En fecha 29 de noviembre, la Federación Internacional del Transporte, una federación que engloba a 604 sindicatos a nivel mundial, remitió al juez instructor de la detención del capitán un fax en el que califica como «ultraje» su retención, y le recuerda que bajo la Convención de Derecho del Mar de Naciones Unidas (UNCLOS) se establece que «los barcos arrestados y sus tripulaciones serán liberados con prontitud bajo una fianza razonable», lo que en este caso no ha sucedido, con lo que seguimos haciendo el ridículo a nivel internacional y violando derechos humanos con total impunidad. Basta ya de hablar de marinos sin escrúpulos, piratas, terroristas del mar y demás estupideces, los piratas de hoy llevan traje y corbata y tienen cuentas en paraísos fiscales.

Esta misma semana he escuchado al Sr. Aznar hablar de regular la formación de los marinos. Triste presidente que no sabe que los marinos de su país son licenciados universitarios, con una base teórica muy superior a otros sistemas educativos como el anglosajón, y que supera ampliamente lo que es su ámbito laboral; que antes de sacar el título están 12 meses (365 días) de prácticas, y que la lista de cursos de formación que tienen casi todos va desde lucha contra incendios y supervivencia a cursos de especialización variados en el transporte de mercancías peligrosas, teniendo, además, que demostrar su profesionalidad cada día y cada hora de guardia, tomando decisiones muy serias «en tiempo real», como dice el Sr. Cascos.

La profesionalidad y los niveles de seguridad de que disfruta el transporte de mercancías peligrosas los quisieran para sí muchas industrias de tierra, de otra forma ninguna compañía confiaría un barco que puede llegar a costar 300 millones de dólares a las decisiones de una persona.

Y en los mercantes normalmente sólo hay un oficial de guardia y un marinero (a veces) en el puente, borren ustedes las imágenes que nos ofrece la tele de los barcos de la Armada. Es positivo que por fin se tomen medidas que mejoren la seguridad marítima, barcos de doble casco, puertos de refugio, etcétera. Pero no servirá de nada si no se ponen los medios para cumplirlas.

Europa necesita un cuerpo de guardacostas profesional y poderoso, como lo tiene EE UU, de lo contrario la seguridad marítima seguirá amenazada, y la solución de enviar barcos de guerra a abordar mercantes que ejercen el derecho de paso inocente seguirá siendo lo que siempre fue: piratería.

Mientras, me alegro de leer y ver las opiniones de profesionales como M. Berraondo, F. Cayuela y M.González, y animo al resto de profesionales de la mar a hacer oír su voz, porque en casos como éste el que calla parece que otorga, aunque simplemente calle. Es hora de decir basta de mentiras y de demagogia. Y si las medidas futuras se van a cebar en nosotros, los profesionales, como sucede a veces, dejaré la mar y opositaré para ministro: peor no lo iba a hacer.

Es hora de decir basta de mentiras y de demagogia