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Paredes de la muerte: Greenpeace desvela los devastadores impactos de la pesca industrial en el océano Índico

Paredes de la muerte: Greenpeace desvela los devastadores impactos de la pesca industrial en el océano Índico

Greenpeace encuentra un conjunto de redes de deriva ilegales de 33 kilómetros de largo, cuyo uso está prohibido desde el año 1991
La población de tiburones ha descendido en el Índico un 85% en los últimos 50 años
El océano Índico representa el 15% de las capturas en todo el mundo y el 21% de las de atún

Madrid, 12 de abril de 2021-. La presión pesquera en alta mar del océano Índico está amenazando la salud de los océanos, los medios de vida costeros y la biodiversidad, además, los gobiernos no están actuando, según muestra un nuevo informe de Greenpeace (1). La pesca en el océano Índico, tanto en sus aguas costeras como internacionales, representa aproximadamente el 15% de las capturas en todo el mundo.

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Este océano alberga una inmensa biodiversidad: contiene el 30% de la cobertura mundial de arrecifes de coral, 40.000 kilómetros cuadrados de manglares, algunos de los estuarios más grandes del mundo y nueve grandes ecosistemas marinos. La investigación recopilada y que se centra en el noroeste del océano Índico revela que:

  • Las gigantescas redes de deriva, descritas como “paredes de la muerte” y prohibidas por las Naciones Unidas desde hace 30 años, continúan utilizándose ampliamente, lo que lleva a una grave destrucción de la vida marina en la región. El impacto es tal que las poblaciones de tiburones en el océano Índico han disminuido drásticamente en casi un 85% en los últimos 50 años.
  • En el transcurso de una investigación de tres semanas al norte del Índico en febrero de 2021, el barco de Greenpeace Arctic Sunrise ha documentado la pesquería iraní con redes de deriva. Una observación clave ha sido cómo los barcos operan conjuntamente, calando sus redes al mismo rumbo, de modo que el final de una red llega al principio de la siguiente. Greenpeace ha sido testigo del uso de estas redes de enmalle: siete barcos crearon dos paredes de redes de más de 33 kilómetros de largo, el equivalente a 2357 autobuses, uno detrás de otro. Greenpeace, además, ha documentado la captura accidental de especies en peligro de extinción como las rayas del diablo.
  • Todos y cada uno de los barcos contactados por Greenpeace utilizaban redes de al menos 8 km de longitud y, en su mayoría, de más de 11 km en profundidades de 8 metros. No hubo ningún intento de ocultar esta información por parte de la tripulación, lo que hizo creer a Greenpeace que la flota no era consciente de que las redes de esa longitud son ilegales.
  • La pesca de calamar está creciendo rápidamente en número de barcos, con más de 100 barcos operando en la zona sin ninguna regulación internacional.
  • Las pesquerías están siendo muy mal gestionadas por instituciones débiles y decisiones políticas influenciables, un ejemplo fue la reciente Comisión del Atún del océano Índico (IOTC, en sus siglas en inglés), donde el lobby de la industria europea -sirviendo especialmente los intereses de las empresas de pesca industrial de Francia y España- provocó que no se acordara ninguna medida en dicha reunión para combatir la sobrepesca.

“Estas escenas devastadoras son solo una muestra de lo que significan nuestros océanos sin ley, sabemos que hay muchas otras flotas pesqueras operando con total impunidad. La ambición de la Unión Europea ha quedado reducida para servir a los intereses de las empresas de pesca industrial, siendo pues cómplice de la presión sobre este frágil ecosistema que se beneficia de la falta de vigilancia en aguas internacionales. No podemos permitir que la industria pesquera continúe como de costumbre, debemos hacerlo bien para las miles de millones de personas que dependen de océanos sanos para sobrevivir”, ha declarado Pilar Marcos, responsable de la campaña de Océanos de Greenpeace.

Las pesquerías bien gestionadas son críticas para garantizar la seguridad alimentaria de las comunidades costeras en todo el mundo, especialmente en el sur global. Los habitantes en torno al océano Índico representan el 30% de la población mundial y el océano provee a tres mil millones de personas su fuente principal de proteínas (2).

El informe también revela cómo las prácticas de pesca destructivas, en particular los dispositivos de agregación de peces (FADs) desplegados por flotas de propiedad europea, están cambiando los hábitats del océano Índico occidental a una escala sin precedentes, donde alrededor de un tercio de las poblaciones de peces evaluadas están sobreexplotadas. El océano Índico representa aproximadamente el 21% de la captura mundial de atún. [3]

Actualmente no existe un marco general o integral para proteger la vida marina en alta mar, a pesar de que el 64% de nuestros océanos se encuentran más allá de cualquier jurisdicción nacional.

Los líderes mundiales tienen una oportunidad única de cambiar el destino de la alta mar al acordar un Tratado Global de los Océanos en las Naciones Unidas”, ha declarado Pilar Marcos, y añade: “Este histórico tratado puede crear las herramientas necesarias para frenar la destrucción de nuestros océanos y recuperar los ecosistemas marinos, protegiendo especies invaluables y ayudando a las comunidades costeras para las generaciones futuras”.