Activistas de Greenpeace abordan el barco carbonero Windsor Adventure para señalar las causas del cambio climático
Durante esta madrugada, activistas de Greenpeace han abordado el buque Windsor Adventure de 190 m de eslora, 15 metros de calado y cargado con 54.000 toneladas de carbón procedente de Colombia. Cuatro escaladores de la organización ecologista han subido a la embarcación mientras otros activistas han pintado en el casco del barco el mensaje "Abandonemos el carbón". Los activistas pretenden con esta acción señalar que la principal causa del cambio climático es la quema de carbón, mientras mañana se vota en Bruselas el paquete de medidas para combatir el cambio climático.
Activistas de Greenpeace han realizado este abordaje al mercante Windsor Adventure en Gijón (Asturias) para pedir que no se queme más carbón y denunciar que España importa y subvenciona el combustible fósil que más contribuye al cambio climático. De esta manera, Greenpeace señala el carbón como responsable de la grave dependencia energética de España y de su enorme responsabilidad con el calentamiento global del que España es víctima y partícipe.
"España, como miembro de la Unión Europea, es el último en Kioto y el cuarto consumidor de carbón. Esta negra clasificación retrata la eficiencia de las políticas utilizadas" -ha declarado Raquel Montón, responsable de la campaña de Cambio Climático y Energía de Greenpeace.
En España no es posible producir carbón a costes competitivos con el mercado mundial y por ello se importa alrededor del 60%. Esta cifra está muy por encima de la media del comercio internacional de carbón, que es un 15%. Así, el carbón contribuye a aumentar la dependencia energética española.
Las ayudas directas e indirectas que ha recibido y recibe el carbón son numerosas. El sector del carbón nacional sobrevive gracias a las subvenciones que están recogidas en el Plan Nacional de Reserva Estratégica de Carbón 2006-2012, junto con los incentivos a las centrales térmicas que produzcan energía eléctrica a partir de carbón autóctono, la concesión gratuita de derechos de emisión de CO2, la inversión en I+D, etc. Por último, pero no menos importante, hay que sumar los costes de la actividad que no son asumidos por esta industria sino por el Estado, las comunidades y las personas. De esta manera, y en un contexto de crisis económica, se está haciendo falsamente rentable un negocio que paga toda la sociedad.