Científicos descubren un nuevo hábitat marino en Alaska
Este verano en Alaska, mientras se buscaban nuevas especies, usando la más moderna tecnología y valiéndose de grandes barcos para rastrear las profundidades del océano, un equipo científico de buceadores llegados a la zona en un buque pesquero de Alaska ha descubierto un hábitat marino totalmente nuevo, a una distancia muy cerca de la orilla.
En junio de este año, un equipo de científicos de la Escuela de Industria Pesquera y Ciencias del océano (SFOS), de la Universidad Fairbanks de Alaska (UAF), han realizado el descubrimiento, en una ubicación cercana a la isla Knight, que está ubicada en el estrecho del príncipe William, de un arrecife completo de rodolitos, un tipo de alga marina que tiene un aspecto similar al coral. Se han encontrado arrecifes de rodolito en todos los mares del mundo, incluyendo el Ártico en las cercanías de Groenlandia y en las aguas de la Columbia Británica, en Canadá. Pero hasta ahora nunca habían sido hallados en las aguas de Alaska.
"Todo esto es muy emocionante, ya que representa un nuevo tipo de hábitat que los científicos aún no habían sido capaces de identificar en Alaska", dice Brenda Konar, profesora asociada de biología marina en la SFOS, y científica permanente del grupo de investigación de la Costa Este y las Regiones Polares Submarinas de la UAF.
Los rodolitos pertenecen a un grupo conocido como las algas rojas coralinas, que almacenan carbonato de calcio en sus paredes celulares para formar estructuras sólidas que semejan arrecifes de coral. Pero, a diferencia del coral, los rodolitos no se fijan a las rocas del fondo oceánico. En lugar de eso, están a la deriva, dejándose llevar por las corrientes del fondo submarino, hasta que crecen tanto como para ser lo suficientemente pesadas, asentarse y formar arrecifes de colores brillantes. Además, mientras que los corales son animales que filtran su alimento, como por ejemplo el plancton u otros organismos, directamente del agua, los rodolitos producen su energía mediante la fotosíntesis.
Vistos globalmente, los rodolitos ocupan un nicho importante en el ecosistema marino, ya que sirven como un hábitat de transición entre las áreas rocosas y las áreas arenosas que son más áridas. Además, proveen de hábitat para una amplia variedad de especies, desde especies de uso comercial, tales como las almejas y ostras, tanto como a los verdaderos corales. El descubrimiento de rodolitos en Alaska muy probablemente abrirá un debate sobre la necesidad de la protección de los hábitats del fondo marino.
"Ahora que los encontramos, seguramente querremos encontrar más de estos arrecifes y descubrir con exactitud cuál es su rol en el ecosistema marino de Alaska", dijo Konar.
Otro que ha estudiado la distribución global de rodolitos, y que es autor de numerosos artículos científicos sobre el tema, es Mike Foster, profesor emérito del Laboratorio Marino Moss Landing, en California. Dice que el descubrimiento de rodolitos en Alaska marca un hito importante en la lucha de los científicos por comprender a las algas coralinas.
"Si estos arrecifes son como los que se han encontrado en el resto del mundo, lo más probable es que sean un hábitat crítico para todas las especies asociadas, y probablemente encontremos mucho más que sólo rodolitos en ellos", decía Foster. "Tales descubrimientos también nos indican cuan poco es lo que sabemos sobre el océano en general".
El descubrimiento fue realizado cuando Konar, y Katrin Iken, una profesora asistente de biología marina del Instituto de Ciencia Marina de la Universidad, dejaron caer accidentalmente por sobre la borda de su embarcación un pequeño filtro, o colador. Las científicas habían estado llevando a cabo una inspección de la fauna marina cercana a la costa, como parte de un esfuerzo internacional patrocinado por el programa Censo de la Fauna Marina de NaGISA (siglas de Natural Geography in Shore Areas, o Geografía Natural en las Areas Costeras), que es financiado por el programa de Monitoreo de Ecosistemas del Golfo.
"Un filtro como ése cuesta alrededor de U$D 75, por lo que queríamos recuperarlo a toda cosa", dijo Konar. "Así que decidimos descender, llegando hasta aproximadamente 60 pies (unos 18,2 metros) de profundidad, donde encontramos el filtro. Pero luego advertí esos mantos de hojuelas rosas por todo a mí alrededor. Pensé en que estaba viendo rodolitos, pero éstos no habían sido observados nunca en Alaska. Estábamos en verdad conmocionadas al ver cuántos de ellos había ahí abajo".
Konar continúa diciendo que supo instantáneamente que el descubrimiento era significativo. Había visto rodolitos en lugares como Baja California, en México. Pero nunca, a lo largo de todos sus 15 años de experiencia en buceo en las aguas de Alaska, se había cruzado con ellos antes.
"Los más grandes deben tener el tamaño aproximado de una pelotita de ping-pong, pero la mayoría eran más pequeños. Tienen montones de ramas que parten desde la pieza central. Se parecen algo a las fichas del juego a veces denominado Jacks, o Fivestones, con la diferencia que son de color rosa. Era un arrecife bastante grande, de, como mínimo, 60 metros de largo. Fue algo verdaderamente emocionante".
Konar e Iken recolectaron varios especimenes de rodolitos y se los enviaron a Rafael Riosmena-Rodriguez, un taxonomista marino internacionalmente reconocido, quien se especializa en identificar rodolitos. Durante los pasados últimos meses, Riosmena-Rodriguez ha llevado a cabo una serie de pruebas en su laboratorio del Programa de Botánica Marina de la Universidad Autónoma, en Baja California Sur, La Paz, México, todas ellas con la intención de identificar los rodolitos. Algunas de las pruebas involucraban cortar a los especimenes en secciones muy finas y comparar su estructura y órganos reproductivos con especimenes que están en la base de datos global de todas las especies conocidas de rodolitos.
"Creo que, por lo menos hay dos especies distintas de rodolitos entre las muestras que he recibido", decía Riosmena-Rodriguez. "Una de ellas es Phymatolithon calcareum. Esta especie está ampliamente distribuida en el océano Atlántico Norte".
Mientras que los científicos concuerdan en que las corrientes oceánicas son la clave en la distribución de los rodolitos por todo el mundo, existe cierto debate centrado en el tema: sobre de dónde son originarias las P. calcareum. Riosmena-Rodriguez dice que, de hecho, estas especies pueden ser originarias de las aguas de Alaska. Pero serán necesarias más investigaciones para saberlo por seguro.
Los otros especímenes de rodolitos colectados por Konar e Iken son, potencialmente, una especie nueva para la ciencia.
"No parecen coincidir con ninguna de las otras que hayamos visto antes", dijo Riosmena-Rodriguez.
"Esta especie aún por identificar es similar al tipo de rodolito que ha sido encontrado en la zona de Canadá del este, que es llamado Lithothamnion glaciale. Pero, por otro lado, en varios aspectos importantes, la especie de Alaska es totalmente diferente", continuaba.
"Tienen los conceptáculos (los órganos reproductivos) mucho más grandes", explicaba Riosmena-Rodriguez. "Y el thallus es muy delgado. Esto es algo tan único que es raro observarlo en otras especies."
Riosmena-Rodriguez indicaba que sería necesarias más muestras y pruebas adicionales para confirmar que la segunda especie en realmente nueva.
Los científicos creen que los rodolitos han estado presentes en los océanos del mundo al menos desde la época del Eoceno, alrededor de 55 millones de años atrás. Ya que es probable que los rodolitos crezcan muy lentamente en las frías aguas de Alaska, Riosmena-Rodriguez piensa que probablemente han estado en allí por mucho tiempo, de hecho, tanto que han sido capaces de evolucionar en una especie enteramente nueva.
Mientras están a la espera de encontrar financiación para la búsqueda e identificación de más arrecifes de rodolitos, Konar, Iken y Riosmena-Rodriguez enviarán un articulo sobre el tema a una publicación científica sobre temas marinos. Y, si es que uno de sus rodolitos es realmente una especie nueva, podrían tener el honor de darle un nombre.