l estuario de Santa Lucía sudafricano queda contaminado. Desastre del Jolly Rubino
El estuario de Santa Lucia, en el noreste sudafricano, declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, puede sufrir un desastre ecológico irreversible después de que el pasado día 12 encallara frente a sus costas el buque italiano Jolly Rubino, con un cargamento altamente tóxico.
Según las autoridades marítimas sudafricanas, las cisternas del carguero y barriles sobre la cubierta contenían en el momento del accidente unas 1.300 toneladas de derivados de petróleo, acetona, metanol y fenol, entre otros.
os expertos ecologistas advierten del efecto que causaría el derrame de esos productos químicos, catalogados del tipo Clase-3, en la flora del contorno y en los centenares de aves, hipopótamos, cocodrilos y tiburones que, dentro de un equilibrio ecológico sorprendente y de gran fragilidad, conviven en el área. Tras encallar el Jolly Rubino debido a un fuerte temporal, se declaró un incendio en la sala de máquinas que no pudo ser sofocado y que más tarde se propagó a algunas de las bodegas contiguas.
La situación se hizo insostenible al registrarse en algunas secciones del barco temperaturas superiores a los 400 grados y un humo denso de monóxido de carbono que envolvía a toda la nave. Los servicios de rescate sudafricanos por medio de helicópteros lograron poner a salvo al capitán y los 20 tripulantes, quedando atrás únicamente un perro, la "mascota del Rubino", que fue dado por desaparecido. El perro, herido en una de sus patas, finalmente fue encontrado y rescatado por técnicos de la empresa "Smit Marine", encargada de poner a flote el barco, de 190 metros de eslora y 31.260 toneladas.
Hasta este momento, según ha confirmado un equipo de conservacionistas desplazados a la zona, 70 contenedores han caído al mar y miles de litros de combustible han sido vertidos a través de varias de las grietas aparecidas en uno de sus costados y que hacen temer que el buque se parta en dos, lo que ocasionaría "daños irreversibles".
Un portavoz de "Smit Marine" dijo que sus técnicos intentarán en estos días poner a flote el casco, tras haberse finalizado varios trabajos a bordo por un equipo de 11 especialistas, en el que se incluye la fijación de un amarre y conexión de un cable para su arrastre, además de instalar varias bombas de agua para el achique de sus bodegas. El mayor peligro en la operación de reflote -que según los técnicos puede extenderse por 48 horas- es que el casco, fuertemente averiado, se parta en dos o que debido a la masa de agua en su interior haga zozobrar a la embarcación.
El remolcador Wolraad Woltemade que se encuentra a pocos metros del barco siniestrado arrastrará a éste una vez que su casco encallado haya sido puesto a flote. Mientras el equipo de conservacionistas y voluntarios han comenzado a limpiar el más de un kilómetro de combustible derramado por la nave, además de haber "sellado" con mangueras especiales de plástico, sacos de arena y un pontón flotante, el estuario y la boca del río Umfolozi.
Los propietarios del Jolly Rubino, una empresa marítima de Génova, decidirán la suerte del buque una vez haya sido puesto a flote y, dependiendo del estado en que se encuentre su casco, será hundido en alta mar o vendido para su desguace.