Cabo Touriñan, las piedras mágicas donde se refleja el último sol
Touriñán, un tramo salvaje y solitario de la Costa da Morte, donde las piedras erosionadas toman formas caprichosas; dos veces al año, desde el equinoccio de primavera, entre el 21 de marzo y el 25 de abril, y después, del 13 de agosto hasta el 22 de septiembre, se convierte en un excelente balcón para presenciar el último rayo del Sol, la última línea de sombra del ocaso que ilumina la Europa continental.
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Esta privilegiada posición de Touriñán (pues este y no Fisterra es el extremo absoluto), se produce desde el día del equinoccio de primavera y hasta el 25 de abril, el sol se va dejando atrás el faro y las piedras mágicas de su contorno. Unas décimas de segundo más tarde que los próximos, el monolítico cabo da Nave o la punta de Fisterra.
Cabo la Nave, se hunde en el Atlántico a 9º, 17´ y 53 W. Touriñán en 9° 18' 00''. Siete segundos que calculados por la trayectoria aparente del Sol,en estas latitudes corre a una velocidad de 340 metros por segundo.
Cabo La Nave desde Touriñán
Si estáis interesados en la geografía, seguro que os surge la duda, conociendo la situación de Cabo de Roca en Portugal, 9º 30´. La explicación la encontráis en la forma esférica del planeta tierra y en la variación del eje de rotación planetario que hace modificar la posición relativa con respecto al Sol a lo largo del año. En los equinocios, la luz solar se reparte por igual entre los dos hemisferios y a partir de ellos el hemisferio Norte a partir del de primavera recibirá más luz y a partir del de otoño, logicamente menos.
Desde Touriñán hacia el N. en primer plano Cabo Buitra, al fondo Cabo Vilán
Algo que no os dejará indiferente es el entorno del faro. El viento y la mar esculpieron mil formas en el granito de las piedras que forman los dos kilómetros del faro.
Formas singulares que varían según el ángulo de visión, oquedades, auténticas esculturas del maestro naturaleza que hablan de la fuerza de este mar y el viento que produce las olas.
Un paseo por su entorno nos llena de energía a la vez que nos hace pensar lo poco que somos ante la inmensidad del océano y la fuerza que despide.