Portosín - Porto do Son - A Coruña
Habitantes: 9.847. Extensión: 93 Km2
Si quieres disfrutar de lo mucho que te puede ofrecer el paraiso de entrantes de la mar que formaron esos dedos de Dios al apoyarlos durante la creación en el sur de Galicia llamadas Rías Baixas; (así comenta el ideario popular); fuera de las aglomeraciones que se producen en otros de sus enclaves; esta cara norte de la sierra del Barbanza, que comienza en Noia y finaliza en el Cabo Corrubedo, casi en su totalidad perteneciente al Concello de Porto do Son, diría que estamos en el lugar adecuado. El mejor puerto deportivo de esta ría en Portosín, playas urbanas, salvajes, nudistas o textiles, una sierra paraiso de senderistas, un mar donde el viento está siempre presente para disfrute de los amantes a la navegación a vela, mucha historia y arqueología, buenas comunicaciones, cercana a Compostela y comunicada por autovía, gastronomía con productos de la mar como principal esencia, son los alicientes que te ofrece Porto do Son.
Por los vestigios encontrados, toda esta costa y península del Barbanza estuvo dénsamente poblada en la antigüedad.
De la época romana tenemos noticia de una mansión en Portosín, con mosaicos que astestiguan que Portus Sinus así bautizaron los romanos a este puerto fue parada dentro de la "per loca marítima".
Hay documentos del s.XVI en los que figura Porto do Son como concejo dependiente de la villa de Noia, de la que no debió independizarse hasta el año 1812, cuando fue elegido como juez el vecino de Baroña Xoán Maneiro.
Sus tierras están formadas por un accidentado relieve que se precipita desde la sierra de Barbanza donde se encuentran sus máximas alturas: el Iroite (685 m), Alto de Barazal (640 m), Barbanza (667 m) y Os Forcados da Curota (618 m) hasta el mar.
La mayor parte de la población ha crecido en torno a los puertos pesqueros.
La agricultura, la pesca y el turismo son su principal actividad.
Su costa, de unos 25 km de longitud, se extiende por casi todo el litoral S de la ría de Muros y Noia, con un perfil muy recortado en el que se abren una serie de variadas y agradables playas. Entre ellas citamos la de Boa, en el límite con Noia; de Ornanda, con buenos servicios turísticos, y la pequeña cala de Gafa.
Las playas de Portosín y Coira; el gran arenal y dunas de Aguieira; la de Cabeiro, antes de llegar a Porto do Son, y la de Fonforrón, a espaldas de la villa, con su misteriosa cueva.
La playa de Arnela; la de Castro y Area Longa contigua al castro de Baroña, pionera del naturalismo gallego; la de Seiras en Tarrío, y las de As Furnas, con curiosos y extraños laberintos rocosos. Los arenales de Sieira y Basoñas, que se suceden sin interrupción con las albuferas de Xuño y Muro al fondo paraiso de ornitólogos y ensombrecidas por el cercano sistema dunar y lacustre de Corrubedo.
En la sierra del Barbanza los montes Iroite y aquellos que lo coronan hacia el norte son atalayas perfectas para panorámicas, pero es el Monte Enxa, donde se encuentra el Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo de Fisterra. que con sus 541 m nos ofrece espectaculares vistas hacia el norte: las Rías de Muros y la vecina Corcubión, acompañados en nuestro viaje por caballos salvajes, pastando o galopando, unos con crines y otros con ellas rapadas, pues el primer fin de semana de Agosto se celebra la "rapa das bestas", el curro de Enxa, típico de muchos montes gallegos, alguno como el pontevedrés de Sabucedo, fiesta de interés nacional.
En esta sierra otro punto muy visitado es la cascada (fervenza en gallego) de Ribasieira.
Entre estas playas, acantilados, temores de marinos, como en la Costa da Sagrada, donde algunos de sus nombres no ayudan al no temer: Chocho deo Meco, Balcón de Pilatos... nombres que vienen de antiguo, con sus terroríficas historias para miedo de niños y evitar que se acercasen a sus caidas.
Fuera de la protección del Monte Louro la mar bate con fuerza las piedras y playas, naturaleza salvaje que guarda integramente su encanto, rocas erosionadas y moldeaddas. De pronto en la ladera de un pequeño tómbolo, mirando a la mar que lo salpica, el Castro de Baroña, uno de los pocos ejemplos de castro marítimo. Muros, paredes de duro granito que aguanta firmemente ese demoledor viento-agua y sal... sin duda uno de los más espectaculares de Galicia.
Los castros y la cultura castreña se desarrolla en Galicia entre los s.VI a de C y s.VI de C, con la llegada de diferentes etnias centroeuropeas, entre los que se encontraban tribus Celtas. Traían el conocimiento de las técnicas del hierro y diseñaron sus poblados (castros) con caracter defensivo, motivo que los hallazgos arqueológicos todos estuviesen en zonas altas y rodeadeos por varios muros defensivos.
Desde el punto de vista monumental encontramos en casi todas las parroquias magníficos templos barrocos y neoclásicos, pintorescas ermitas y varios cruceiros con hornacinas, típicas de este municipio. Destacar la réplica del altar pagano "Ara" dedicado a Diana en la iglesia de esta parroquia, y cuyo original se encuentra en el Museo de Pontevedra. El puente romano de Xuño