Salvora. Historia de la isla salvadora
Los primeros datos históricos isleños datan del año 1100. Naves musulmanas se refugiaron en la isla esperando refuerzos para la invasión de Galicia, su tardanza hace que los cristianos se apoderen del contingente musulmán. Así es como comienza la isla a ser conocida y ambicionada por el poder.
Los señoríos de los terrenos colindantes costeros ocupan el lugar, tal y como relata en 1552 Salustiano Portela: por esta isla comienzan los pleitos entre el cura párroco de San Paio de Carreira contra Vicente Caamaño Goyanes, que se dice propietario del señorío de Goyanes y Sálvora.
La isla fue propiedad del Cabildo compostelano hasta finales del s. XVI, época en la que se vende a particulares.
En 1770 Jerónimo de Hijosa instaló una fábrica de salazón, que sería después el famoso pazo de Sálvora, siendo la primera fábrica de salazón de Galicia. Aún se conservan restos y un pequeño embarcadero. Con ella vienen los primeros colonos y se consolida una pequeña aldea de 8 casas, con una plaza y 2 fuentes de agua de calidad. La población era de 60 personas y se les conocía por el nombre de la casa que habitaban. Los caseros pagaban al amo (la familia Otero-Goyanes) la mitad de las recogidas agrícolas y la mitad del ganado de su propiedad nacido en la isla. El único contacto con la gente de la costa lo tenían en el bar situado cerca de la aldea, lugar donde se reunían los pescadores en tiempo de mar fuerte. Ese bar se convertiría al cabo de unos años en la Capilla de Santa Catalina.
Cerca del faro una pequeña placa nos recuerda el naufragio en 1921 del vapor correo Santa Isabel, que se saldó con más de 200 víctimas mortales a pesar de los esfuerzos realizados por las mujeres isleñas que arriesgaron su vida en el rescate de los escasos supervivientes. Los frecuentes naufragios que asolaron estas costas hacen referencia al nombre de la isla, Sálvora la isla salvadora.
Expropiada por el Estado en 1904 por razones militares. Cincuenta y cuatro años más tarde, en 1958, y puesto que jamás fue utilizada para tales fines, la familia Otero Goyanes consiguió recuperar su patrimonio y los colonos volvieron a la isla.
La vieja fábrica de salazón fue convertida en un pazo frente al cual se construyó una escultura con forma de sirena que recuerda la leyenda sobre el origen de dicha familia.
En fechas recientes una entidad financiera gallega adquirió la propiedad de la isla y hoy tiene titularidad estatal. Está regulada por las normativas para la gestión y conservación del “Parque Nacional de las Isla Atlánticas de Galicia.