El Gabriela Onofre en la clase II y el Yamamay en la clase I se impusieron en la última regata del año en el crucero santanderino.
Por fin, tras un mes de suspensiones por falta de viento, el crucero santanderino pudo disputar una prueba, en este caso la última de las programadas para el año 2012.
A la cita acudieron menos tripulaciones que las que habitualmente lo hacen, lo que no afecto a los 7 que participaron en la jornada, los que tras la obligada inactividad que han sufrido por falta de viento, al menos hoy han podido realizar el recorrido.
Este nuevamente volvió a ser uno de los fijos del programa, los que nada aportan a la competición y mucho menos animan a la participación en la clase Crucero, al no ser, en lo deportivo nada equitativos, pues los tramos de los que consta, estos casi nunca permiten realizar una competición entre los distintos tipos de embarcaciones que compiten por lo que no pueden compararse entre sí.
Hoy toco un recorrido nº 7, con salida y entrada en el club, navegación en la bahía y en el abra del Sardinero, y en el que una vez más la marea era contraria a la salida y a la entrada, lo que hace que la competición se rompa como consecuencia de ello, dejando sin interés el resto de la prueba.
Dos tripulaciones se salieron de línea a la hora de la señal, lo que enmendaron inmediatamente, no perdiendo nada en la maniobra, al ser el viento muy escaso en esos momentos.
Toda La flota, menos uno, eligió en navegar amurado a Estribor en el tramo de salida de la bahía, eso a pesar de estar la marea subiendo con un fuerte coeficiente. A pesar de ello, su apuesta fue beneficiosa, consiguiendo salir al abra con ventaja.
El resto del tramo hasta la baliza se efectuó en popa, teniendo la flota que cortar la proa a dos mercantes que abocaban a la difícil enfilación de Punta Rabiosa, afortunadamente todos los participantes realizaron la maniobra sin problemas para nadie.
El tramo hacia la segunda baliza, fondeada en la ensenada del Chiqui, se realizo en ceñida a rabiar, en donde las olas de más de 4 metros complicaban enormemente la navegación, lo mismo cuando arreciaba la racha en la cresta, como cuando se encalmaba el viento en el seno. Siendo las embarcaciones de la clase II las que más sufrieron estas condiciones, también sufrieron lo suyo las de la clase I que navegaban con tripulación reducida.
La vuelta a la baliza 1, estuvo marcada por la olas y por la dificultad de localizar la baliza de caña , la que cuando con dificultad se conseguía ver ,al segundo siguiente se perdía entre las crestas de las olas.
Tras rebasar la boya, la navegación en demanda de la entrada estuvo marcada por la rolada del viento, que paso de NW a SW con una apreciable disminución de su intensidad, lo que nuevamente volvió a romper la escasa competición que este tipo de recorridos proporciona a los participantes.
Los de cabeza mantuvieron un viento estable hasta la línea de entrada, mientras que los demás sufrieron en este último tramo, además de la fuerte corriente vaciante, una nueva rolada de más de 40 grados, lo que les dejo fuera de toda posibilidad de competir con los que mantuvieron siempre el mismo viento en sus velas
J.F.M.J.