‘BRUJO’ supera las Bocas de Bonifacio. El resto de la flota Mil Millas encalmada en Costa Esmeralda
Durísima jornada para la flota de la Mil Millas. Excepto para los hombres del Brujo, con Alberto de Castro y José Luís Francés, que ha superado las Bocas de Bonifacio, estrecho que separa la isla de Córcega y la de Cerdeña, a las 08:29 horas de hoy cuando han pasado entre Lavezzi y el grupo de islas de Santa Maria, poniendo rumbo directo a Barcelona, el resto del grupo está sufriendo lo indecible para alcanzar la cota norte de la isla de Cerdeña e intentar penetrar por el emblemático estrecho.
Poco viento y de cara. Bordos continuos frente la hermosa costa de Esmeralda. Desesperante. Tácticas diversas. Desesperadas. ¿Alejarse de la costa?, o ¿correr en su cercanía, para provechar el escaso térmico?. En el momento de escribir esta crónica, Mare Nostrum de los hermanos Towse, junto con el Nirvana III de Jose Martín, toman ventaja, a pesar de que el viento les ha caído de forma dramática, delante de la isla Caprera. Van a la par, visualizándose en todo momento, entre las islas Tavolara, Mourisca y la de Caprera.
A 12 millas de su popa se encuentra el Pajuelin XIII, que con buen humor resisten esta dura travesía por el mar Tirreno. En estos momentos está superando la isla Tavolara.
Luchando con la calma, más al sur, se encuentra el Cometa A Dos, de Xaver Rocas y Francesc Carbonell y el solitario Poc a Poc Morenito de Cesar Roch. Están en un zona aún con poco viento, pero dispuestos en alcanzar latitudes más altas, conocedores de que allí podrán encontrar el viento que aquí les falta.
Quienes más han disfrutado de esta dura jornada ha sido sin duda la tripulación de Brujo. Casi al finalizar la cuarta singladura, a las 08:29 horas de la mañana, han cubierto el reto más emblemático de esta prueba: cruzar las bocas de Bonifacio, que muchos catalogan como las Bermudas del Mediterráneo. Y los dos tripulantes del Brujo lo han comprobado. Mientras alcanzaban la boca que separa Córcega de Cerdeña, han visto cómo el compás magnético se les había vuelto loco. Cuando en principio estaban haciendo un claro rumbo del tercer cuadrante, durante más de media hora les ha señalado que navegaban al 69º. Es decir que , sobre el papel, reculaban el duro trayecto que con tanto trabajo les ha costado alcanzar. Las sirenas de Homero parece que han salido a recibir a los navegantes de la Mil Millas.
Ahora todos se enfrentan a un nuevo reto. Llegar a Barcelona, con rumbo directo. De entrada encontrarán viento. La meta la tienen a unas 320 millas. Eso sí, gran parte de la flota tienen que superar todo el entorno del Bonifacio y navegar con el mistral, viento habitual en esta zona, que ya se ha entablado en esta parte norte de la cuenca occidental del Mediterráneo. La llegada del mistral pondrá de nuevo a prueba a los navegantes de esta regata.
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