Con la mayor rizada, por Arturo Delgado
Estoy metido en esto de la Vela desde que me recuerdo.
He de reconocer que el sábado pasado sufrí un chaparrón que no había previsto. Pero tal y como me ha pasado en mi juventud en alguna regata oceánica en la dura costa portuguesa, cuando los cruceros se utilizaban hacer regatas de verdad, aprendí de mis mayores que una regata hay que intentar terminarla por todos los medios, aunque sea para quedar el último a mucha distancia del que te antecede. Sea rizando velas o dando la popa al temporal para correrlo y esperar a que amaine y volver a izar las velas. Y lo miso me ha pasado en la vela ligera.
Las enseñanzas que he recibido a lo largo de mi vida con la práctica de este noble deporte me ha servido de mucho tanto en mi vida profesional como en la familiar. Y así sigo con orgullo.
El fin de semana me sirvió para correr el temporal y reparar las averías, en este caso más morales que físicas pero ya estoy preparado para volver a la regata. Los amorales y mentirosos que se comprometen con un amigo y luego le traicionan no sólo largando las velas de su barco, sino además pasándose al del competidor, me producen una gran frustración. Estas cosas en el paleolítico no ocurrían, pero ahora es el todo vale, incluso la mentira pública y notoria.
Eso sí, me mantendré en la regata con un rizo en la mayor para que la navegación sea más placentera. Mis contrincantes me llevan mucha delantera. Ya llegará el momento de volver a navegar a todo trapo.
Un abrazo,
Arturo Delgado