Marina Mercante asegura que la falta de estabilidad es el mayor motivo de hundimientos de pesqueros
Los pesqueros se hunden básicamente por fallos en la estabilidad; las causas son matemáticas y fijas, con muy pocas variaciones. Así de claro y contundente se expresó ayer Luis Meguilzo, subdirector adjunto de la Dirección General de Marina Mercante en la feria de la construcción naval "Navalia" que se está celebrando en Vigo.
La ponencia sobre Seguridad en Buques de Pesca menores de 24 metros que organizó el Colegio Oficial de Ingenieros Navales y Oceánicos en la feria Navalia, a la luz de los informes que elabora la Comisión Permanente de Investigación de Accidentes Marítimos que, entre otros casos, estudia el del arrastrero coruñés Cordero fue contundente.
Coincidiendo en sus argumentos, el decano gallego del COIN, Guillermo Gefaell, afirmó que, a pesar de que "siempre hay una acumulación de factores en un hundimiento, la estabilidad del barco es esencial para protegerlo de la zozobra". Y así como una modificación aislada puede ser inofensiva, "las reformas que se realizan sin permiso a lo largo de la vida de un buque" comprometen su estabilidad. Por ello, aboga por "penalizar" todos los agentes implicados en esos procesos, desde los talleres a los patrones y armadores, responsables éstos últimos de que la nave cumpla con la normativa de seguridad. Y, al igual que otras voces del sector, instan a Fomento a hacer públicas las investigaciones de los accidentes para no repetir errores y ajustar las normativas a la realidad para "evitar suspicacias".
Meguilzo detalló que los pesos y el agua en cubierta, los desagües taponados, un exceso de artes de pesca y el tipo de navegación, como mar de popa y aleta, son factores de enorme riesgo para la seguridad. Gefaell añadió, por su parte, otros elementos como la ocupación de espacios inadecuados (en cubierta o bodega) para el almacenamiento de combustible o capturas, la maquinaria auxiliar como maquinillas de arrastre o grúas más fuertes y otra suma de cargas que se producen, sobre todo, en cubierta. Por ello apuesta por acortar los plazos de inspección de los diez años actuales a cinco.