El pesquero O Boavista , con base en Muros abordado por un mercante
El pesquero O Boavista , con base en Muros, se hundió ayer frente a la costa ferrolana después de ser embestido por un buque tres veces mayor, el mercante Mallorquín , con bandera de Madeira.
Los ocho náufragos del pesquero Boa Vista, que se hundió ayer al ser abordado por el mercante Mallorquín a 19 millas al norte de A Coruña, en las cercanías de Cabo Prior fueron rescatados por la fragata Álvaro de Bazán y por el helicóptero Helimer Galicia, que los trasladaron a Ferrol y A Coruña.
Al dar las 7.30 horas, la embarcación navegaba con el aparejo recogido, a doce millas al noroeste del cabo Prior, a 22 kilómetros de tierra. Aún no había roto el día y la mar andaba brava. Llovía. El abordaje fue súbito; la nave se fue a pique en apenas unos minutos. Los ocho tripulantes del Boa Vista tuvieron que saltar a dos balsas, una de las cuales, con tres marineros, se hundió, mientras que los cinco que estaban en la otra fueron recogidos por el helicóptero Helimer Galicia, de Salvamento Marítimo. Los otros tres naufragos quedaron abandonados al azote de las olas, con chaleco salvavidas pero en medio de la noche y presos de su pánico a morir. La temperatura del agua no subía de 13 grados. En esas condiciones, por término medio, un hombre joven y sano consigue mantenerse vivo durante tres horas como mucho.
El Centro de Salvamento de Fisterra coordinó las labores de rescate de los náufragos, así como el remolque del mercante, que llegó al muelle del Centenario de A Coruña con una vía de agua.
Un portavoz del centro de salvamento indicó que, probablemente, el abordaje se produjo por la escasa visibilidad y al mal estado de la mar.
La fragata Álvaro de Bazán se encontraba en la zona a menos de 20 millas, realizando pruebas de mar, recibe por radio el SOS poniendo proa al lugar del abordaje a las 8.17 horas, tras avistar una bengala procedente de los náufragos. Una hora después, los marineros se hallaban a bordo de la fragata, que se dirigió al muelle del astillero Izar Ferrol.
Los tres náufragos, Jesús Recarey Nogueira, Ramón Rabuñal y José Luis Rodríguez Amado, fueron trasladados al Hospital Arquitecto Marcide. Dos fueron dados de alta, mientras que Ramón Rabuñal quedó internado en el centro por cardiacos. Cuando eran sacados en camilla, los marineros reconocieron que habían pasado mucho miedo al permanecer más de hora y media en el agua.
Los otros cinco náufragos fueron reconocidos en un hospital de A Coruña y posteriormente recibieron el alta médica.
Los náufragos achicaron el agua de las balsas con las botas
Antes de romper el día, las fuertes rachas de viento y los chubascos parecían no tener fin en la costa de Ferrol, cerca de Prior. Los ocho tripulantes del O Boavista ya habían faenado en peores condiciones. No les sorprendía. Sí les sobresaltó un fuerte estruendo, que atronó en forma de nueva tragedia en el océano gallego. «Non nos dou tempo a nada. O mercante atravesounos polo medio e tirounos cara á súa popa. Lanzamos as balsas e vimos como o noso barco se afundía». Es el relato que esboza la cara desencajada de un tripulante del O Boavista. El clima se ensañaba cada vez más: «Entrábanos a auga ata polo ventanuco da balsa. Incluso tiven que quitar as botas para achicar», recuerda.
Él y otro marinero pudieron ocupar uno de los botes salvavidas. Y comenzaron a rebuscar entre los elementos de seguridad de la balsa: «O primeiro que atopei foi a comida. Tireina a un lado. Despois apareceron os remos. Logo, a caixa de reparacións do bote... Iso non era o que eu quería atopar». El hombre no se desanimó. Siguió con la búsqueda y allí estaba: «Por fin atopei os pitos e as bengalas». Eran las ocho de la mañana cuando el buque Nuevo San Jaime avistó la primera luz de socorro. La fragata Álvaro de Bazán detectó otro resplandor similar 17 minutos más tarde. La salvación estaba próxima.
Mientras tanto, otros tres tripulantes hallaron refugio en un segundo bote salvavidas. Uno de ellos logró hacerse con un teléfono móvil antes de abandonar el buque. Pero «a batería estaba mollada e o aparato non me serviu de nada. As bengalas nos salvaron», dijo.
Todo esto lo recuerdan sentados en la Casa del Mar de A Coruña. Sobre las dos de la tarde, tras ser atendidos por un médico, cuatro horas después de aterrizar en Alvedro.
Declaración «en mojado»
Nadie se explicaba este retraso en someterles al examen del facultativo. Los agentes de la Guardia Civil que les recogieron en el aeropuerto los trasladaron directamente al cuartel para prestar declaración. Y lo hicieron con las ropas mojadas y el susto en el cuerpo. Más suerte tuvieron sus tres compañeros que fueron rescatados por la fragata Álvaro de Bazán, que acudieron al cuartel tras la revisión médica y con ropas de abrigo. Pero el procedimiento tampoco agradó a los familiares de los náufragos. La mujer del patrón del pesquero, José Rodríguez Amado, reprochó a la Guardia Civil el trato dispensado.
Un malpicán, tripulante del Mallorquín , dormía cuando ocurrió la colisión. «Subín á cuberta e vin un pesqueiro colgado da nosa proa. Foise caendo cara a nosa popa e despois afundíuse». Después vio cómo entraba agua en el mercante: «Pensei que era o noso fin», dijo. El mercante, con desperfectos en su proa puso rumbo al puerto de A Coruña, donde permanece atracado.
La ayuda no faltó. Es más, el capitán de un destructor alemán que arribaba al puerto coruñés se puso a disposición de las autoridades para participar en el rescate.