Situación de emergencia del salmón atlántico en España:
Las poblaciones de salmón atlántico viven tiempos muy difíciles en toda su área de distribución, con una clara disminución en sus cifras globales. Su presencia es cada vez menor, si no ya biológicamente despreciable, en nuestros ríos cantábricos y gallegos de la costa atlántica.
Múltiples factores diezman la especie a nivel global. En España se acentúan, ya que nuestros ríos componen el extremo sur poblacional, los más alejados de las zonas de pasto marino, donde las fluctuaciones climáticas que afectan a la especie son mucho más marcadas que en los países del norte.
Ciclo de vida complejo
El salmón tiene un ciclo de vida muy complejo. Nace en las cabeceras de los ríos, en los que inicia una fase de crecimiento de uno a tres años. Posteriormente emigra al mar hacia las zonas boreales, donde crecerá hasta alcanzar su madurez sexual para, en una última fase, retornar a los ríos (memoria biológica) que le vieron nacer y culminar su ciclo vital de la reproducción.
Todo este periplo, resumido, se sustenta en los cientos de miles o millones de huevos que son depositados en los lechos fluviales. De todos ellos, solo unos pocos cientos, serán capaces de retornar a alguna de las cuencas cántabro atlánticas para perpetuarse.
En España ya hemos tocado fondo. Ríos emblemáticos de Asturias, han arrojado algunos de los peores resultados en capturas de la historia. El Esva, que en el año 1986 arrojó 805 salmones legalmente registrados, no ha dado más de tres capturas en la pasada temporada. El Eo, que en 1980 alcanzó los 1.222 ejemplares, solo ha aportado 29. El Cares, río mítico donde los haya, que llegó a dar más de 2.600 salmones en alguna de sus mejores temporadas, ha arrojado unos raquíticos 96.
Solo dos ríos se mantienen –¿estables?– con un mínimo poblacional: el Sella y el Narcea. Juntos han aportado más de 700 salmones, en lo que algunos denominan una buena temporada, estando copados sistemáticamente por pescadores llegados de toda España.
Si consultamos estudios biológicos poblacionales, determinan que una población se considera viable a partir de un mínimo de 300 parejas reproductoras, lo que no quiere decir que pueda practicarse la pesca extractiva. Casi todos nuestros ríos se encuentran por debajo de ese umbral, por lo que, en consecuencia, constatamos lo que desde hace ya más de treinta años nos vienen anunciado: esto se acaba, o ya se acabó, en el 95% de los ríos españoles.
Paradójicamente, con toda la información y medios a su alcance, las Administraciones parecen no tener ningún interés en proteger de manera efectiva la especie y siguen permitiendo su sacrificio en casi todas las cuencas, aun con el salmón atlántico catalogado dentro del Libro Rojo de las Especies.
Mientras tanto, ¿qué sucede en el resto del mundo? Fuera de nuestras fronteras, países como Islandia han sufrido uno de los peores años de su historia, con retornos que les han hecho implantar políticas de conservación con el mínimo sacrificio o prohibiendo este directamente, realizando la captura y suelta de los ejemplares de nuevo al río.
Irlanda, Noruega o Escocia son países que siguen en muchos ríos, o tramos de los mismos, una política semejante, dado que en algunos casos las poblaciones se han reducido hasta en un 80%.
España mantiene una normativa ajena a todo esto. Regidos por un modelo de gestión arcaico e ineficaz, sujeto a desvaríos que ignoran sistemáticamente criterios biológicos a la hora de aplicar las políticas de conservación, se dan situaciones escandalosas. Asturias, en su normativa para la temporada 2020, no solo limita la pesca sin muerte sino que amplía la época de pesca con muerte en todos sus ríos por igual. ¡De locos!
En el mundo civilizado aún queda un hilo de esperanza: 2019 ha sido declarado Año Internacional del Salmón, fórum con presencia de casi todos los países, incluido Portugal, en el que se están creando las bases de conocimiento para generar la resiliencia necesaria para que el salmón atlántico consiga sobrevivir.
Parece que en España, que evidentemente no está presente en el citado evento, el objetivo no es otro que erradicar a esta especie emblemática.
Le diremos "adios" al salmo salar?.