Desde Cantabria. Derribo de presas para dar paso al salmón atlántico
España ha empezado a entrar en una nueva concepción de las obras hidráulicas. Desde hace meses, varios pequeños embalses de la cuenca norte de nuestro país han sido demolidos para permitir que los salmones atlánticos, que hace décadas poblaban estos ríos, vuelvan a estar presentes en sus cauces.
Pese a que el Plan Hidrológico Nacional (PHN) prevé construir un centenar de grandes embalses, también contempla despejar los ríos españoles de aquellas obras que han caducado, no tienen sentido y atentan contra el ciclo biológico de las aguas.
Es así como las comunidades de Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco han iniciado la demolición de pequeños embalses, algunos del siglo XVIII, que ya en desuso y finalizada su concesión, impedían que el salmón atlántico llegara a sus lugares de freza, en la parte alta de estos ríos.
Donde este proceso está más avanzado es en la comunidad de Cantabria, donde el último año fueron derribadas cinco pequeñas presas de la cuenca del Asón. Una tras otra, la presa del Bulco, de 1,4 metros de altura; de la Puntana, de 2 metros; de la Bárcena, de 2,2 metros; de los Torrientes, de 0,6 metros y de Trefilerías , de 6 metros de altura, han caído bajo la piqueta.
«Todas ellas estaban fuera de uso, eran un obstáculo para el salmón y carecían de concesión», según Carlos García de Leániz, director del Centro Ictiológico de Arredondo. Este organismo, dependiente de la Consejería de Agricultura, Ganadería y Pesca ha llevado el peso de las reclamaciones ante la Confederación Hidrográfica hasta lograr la orden de demolición y la recuperación y restauración del dominio público para los ciudadanos y los seres vivos de sus aguas.
El derribo de estas obras ha tenido efectos inmediatos. «Los salmones han logrado remontar el río y se han producido los primeros alevines salvajes en mucho tiempo en la cabecera del Asón», aseguró García de Leániz.
No han sido las únicas actuaciones. Otros embalses que sí están en uso con pequeñas centrales hidráulicas y que también perjudican a la migración del salmón, se han visto dotadas de escalas salmoneras, para que los peces puedan remontar sus aguas. Las obras han tenido lugar en Batuerto y en Morrón.
Pero García de Leániz se queja de que haya tenido que ser el dinero público quien haya tenido que costear la recuperación del río. «Después de una concesión durante 75 años y haber sacado beneficios del río, la ley obliga a su restitución al estado original. Pero eso no ha ocurrido», afirma.
Su queja va dirigida contra los que siguen defendiendo que la energía minihidráulica siga siendo considerada renovable. «No tiene nada de limpio perder el salmón», dice con rotundidad.
Recientemente, la asociación AEMS/Ríos con Vida ha solicitado a la Confederación Hidrográfica del Tajo la demolición de otra central minihidraúlica situada en el cauce del río Dulce, en Guadalajara. El motivo es que no se ha cumplido con el caudal ecológico de 250 litros por segundo que imponía la concesión.La Confederación ha contestado que no es consciente del defecto, pero la Junta de Castilla-La Mancha ha impuesto 10 millones de pesetas de multa.
Un pez que sólo se reproduce una vez.
El paso dado en CantabrIa no es una novedad mundial. Muchos otros países ya lo vienen haciendo. En particular, EEUU, inició este proceso hace dos décadas. Hoy, incluso se plantea demoler una gran presa sobre el río Columbia, por su impacto sobre el salmón atlántico
Este pez, de la familia de los anágromas, al igual que el esturión, la lamprea marina, la saboga, el sábalo, la anguila europea o la trucha migradora, acude a desovar al mismo lugar donde nació.
Se trata de una especie que se reproduce una única vez en la vida, y para asegurar su descendencia nada mejor que ir a lo conocido: dejar los huevos donde nació con éxito.
Las hembras remontan los ríos después de pasar entre dos o cinco años en el mar. Los reconocen tras largas migraciones que les llevan al Artico. Tras un esfuerzo titánico en el que pierden toda la energía, en un último acto supremo remueven con su cola los sedimentos del fondo, donde depositan los huevos, que son inmediatamente fertilizados por los machos. Después de enterrarlos, muere.
Este proceso fue interrumpido con los embalses, lo que provocó casi la desaparición de esta especie en Europa. Ahora se reinicia el ciclo con la destrucción de los obstáculos y la cría en cautividad.