Día Internacional de la Conciencia por los Tiburones. Greenpeace denuncia la pesca indiscriminada de crías de tiburón en el Atlántico Norte por flotas de España y Portugal
Los tiburones son unos de los animales en mayor peligro del mundo, con 17 especies amenazadas de extinción como el tiburón marrajo
Greenpeace ha documentado la descarga de tiburones azules de 50 a 70 cm, cuando la especie necesita un mínimo de 180 cm para reproducirse
Los países con más intereses en su pesca, como España, persiguen debilitar el Tratado Global de los Océanos que se discutirá el próximo mes en Naciones Unidas
La organización también ha lanzado hoy un cortometraje animado sobre los tiburones con una canción interpretada por Thom Yorke
Madrid, 14 de julio de 2022.– Un informe de Greenpeace, publicado hoy con motivo del Día Internacional de la Conciencia por el Tiburón (Shark Awareness Day), revela que las flotas pesqueras de la Unión Europea de España y Portugal pescan constantemente en zonas de cría de tiburones en el Atlántico Norte utilizando palangre. El informe, Tiburones en Extinción: Cómo las flotas pesqueras de la UE impulsan el comercio mundial de tiburones [1], también revela que en un día de pesca promedio en el Atlántico Norte, se pueden encontrar más de 1.200 km de sedal, la distancia entre Madrid y París, de las que cuelgan un número de anzuelos estimados entre las 15.000 a 28.000 unidades.
Foto y vídeo de tiburones capturados en el Atlántico Norte disponibles AQUÍ
Informe EN PROFUNDIDAD AQUÍ
En una investigación de Greenpeace desarrollada en mayo de 2022, tanto en Horta (Azores) como en Vigo, la organización pudo constatar la descarga de inmaduros, juveniles y crías de tiburón azul. El tiburón azul alcanza la madurez sexual a partir de los 180 cm en machos y 200 cm en hembras y la organización ecologista observó la descarga de tiburones que medían entre 50 y 70 cm. No existe ninguna normativa relativa a tallas mínimas de captura, longitud del arte de pesca o número máximo de anzuelos en el Atlántico Norte, ya que esta pesca no está adecuadamente regulada.
Los tiburones son fundamentales dentro de la red trófica marina y su papel como gran depredador es especialmente importante para mantener la salud de las comunidades marinas. Al desaparecer los grandes tiburones, a menudo se dan cambios tróficos imprevistos, lo que crea unos ecosistemas más desequilibrados con depredadores menores sin control.
Para concienciar sobre este problema desconocido para el público general, Greenpeace ha lanzado un vídeo animado titulado The Lonely Shark, que cuenta la historia de un tiburón que pierde a su amiga por la pesca con palangre. El vídeo no tiene diálogos, solo una canción interpretada por Thom Yorke, vocalista y compositor de la banda Radiohead, quien ya ha colaborado en otras ocasiones con la organización.
“Si bien la Unión Europea y sus estados miembros afirman ser líderes en la protección de los océanos, sus flotas pesqueras están pescando indiscriminadamente en zonas de cría de tiburones en el Atlántico Norte. Estas flotas utilizan palangres con miles de anzuelos que cubren en un solo día una distancia como la que hay entre Madrid y París, si juntásemos todas sus líneas de pesca. Pero España y Portugal intentan perpetuar el estado actual de desgobernanza mundial que ha llevado casi a la desaparición de algunas especies de tiburones”, ha declarado Pilar Marcos, responsable de la campaña de Océanos de Greenpeace España.
Los tiburones son una de las especies más amenazadas del mundo, con 17 especies en peligro de extinción como el tiburón marrajo. Este animal tiene unas características biológicas que los hacen más vulnerables con una camada de 4 a 16 crías después de un período de gestación de 15 a 18 meses y con un ciclo de desove cada 3 años.
Según señala el informe de Greenpeace, tanto científicos como varios países llevan más de 20 años alertando del peligro para las poblaciones de tiburones que supone la mala gestión de las pesquerías bajo supervisión de la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT). En 2017, sus científicos ya alertaron de que, incluso deteniendo la captura de marrajos, su población tardaría más de 20 años en recuperarse y desde 2018 reclamaban una prohibición total de su captura en el Atlántico Norte. Sin embargo, hasta 2021 no se aprobó una moratoria de su pesca, y solo por dos años. Estamos, por tanto, muy lejos de garantizar la recuperación de la especie. Además la flota española se opuso frontalmente a esta moratoria y a la inclusión del marrajo en las listas de especies amenazadas, llegando incluso a declarar que “es absurdo equiparar al tiburón con un rinoceronte blanco o un lince, que no se comen”[2]. Para el tiburón azul, la especie más pescada en el Atlántico Norte, la incertidumbre es tal que se desconoce su estado actual y solo goza de una cuota de pesca en ICCAT difícil de implementar. Solo en un 1 % de las horas de pesca de la flota palangrera española en el Atlántico Norte hay observadores científicos a bordo y, entre 2013 y 2014, solo se realizaron 235 inspecciones a los 58.476 desembarcos de tiburones realizados por barcos españoles (menos de 0,5 %).
La pesquería de palangre del Atlántico Norte se dirigía originalmente al pez espada, pero ha pasado a depender de la captura incidental de tiburones para seguir siendo rentable. De hecho ya en 2005, el comité científico de la ICCAT señalaba que el 70 % de la captura no objetivo de la flota española eran tiburones. Pero su regulación no ha ido acorde con el volumen de pesca, lo que ha puesto a los tiburones, un grupo de especies clave para el ecosistema marino, en grave riesgo. Ignorar deliberadamente las recomendaciones de los científicos y ecologistas ha llevado a que los tiburones marrajo dientuso del Atlántico Norte sean clasificados como amenazados de extinción [3]. Las poblaciones mundiales de tiburones se han desplomado en un 70 % en los últimos 50 años. [4]
La demanda mundial de productos de tiburón continúa creciendo de forma imparable en los últimos años, y el tiburón se puede encontrar en productos que van desde pescado bajo diferentes pseudónimos en las pescaderías a alimentos para mascotas o maquillaje. Europa (especialmente España y Portugal) es un actor importante en el comercio mundial de tiburones. El mercado internacional de carne de tiburón y raya es un lucrativo negocio, valorado en 2.600 millones de dólares (2012-2019). España es el principal exportador mundial de carne de tiburón con 24.075.118 dólares exportados en 2020, seguido por China con 21.612.517 dólares y Portugal con 17.247.454 dólares. Un gran negocio que solo se reparte entre cuatro organizaciones de productores pesqueros y una asociación de comercializadoras españolas que son responsables del 90 % de las capturas de tiburón de la flota europea en los océanos Atlántico, Pacífico e Índico.
“Lo que está sucediendo en el Atlántico Norte es el ejemplo más claro de cómo la gobernanza de los océanos no está funcionando. Se antepone el beneficio económico a la supervivencia de las especies. No podemos seguir así. Necesitamos que se apruebe un Tratado Global de los Océanos ambicioso y fuerte este año para arreglar este sistema disfuncional y poner la protección marina en el centro de la gobernanza global de los océanos. Las negociaciones finales del Tratado en agosto serán la única oportunidad de la UE para liderar y demostrar que realmente quiere proteger los océanos, respaldando un Tratado que puede crear santuarios oceánicos en alta mar, que restaurarán las poblaciones de tiburones y ayudarán a las comunidades costeras”, concluye Pilar Marcos.
De hecho, seguir con el modelo actual de gobernanza de los océanos, donde las organizaciones de pesca internacionales (las llamadas OROP u ORP) gestionen exclusivamente las pesquerías significa perpetuar el problema ambiental de la alta mar, ya que los científicos estiman que el 95 % de la biodiversidad de peces de las aguas internacionales no son evaluadas por las OROP.
Los gobiernos se reunirán en la sede de Naciones Unidas este próximo mes de agosto para finalizar un nuevo Tratado Global de los Océanos. Un tratado ambicioso sentaría las bases para 30×30, el 30 % de los océanos de nuestro planeta protegidos para 2030 [5]. Si no se aprueba este año, será casi imposible lograr ese 30×30 que permita garantizar la supervivencia de los océanos y sus recursos.