Científicos del IEO estudian las relaciones entre los índices climáticos y la temperatura superficial del agua en el Mar de Alborán
Un grupo multidisciplinar liderado por un investigador del Centro Oceanográfico de Málaga del Instituto Español de Oceanografía (IEO), en el que participan científicos de la Universidad de Málaga, el CSIC, y la Universidad de Vigo, han realizado un estudio sobre el efecto combinado de los índices climáticos conocidos como Oscilación del Atlántico Norte (NAO) y Oscilación Ártica (AO) sobre la temperatura superficial del mar en el Mar de Alborán.
El estudio de estadística atmosférica, publicado recientemente en la prestigiosa revista PLoS ONE, analiza los posibles efectos de la Oscilación del Atlántico Norte (NAO) y de la Oscilación Ártica (AO) sobre las variaciones interanuales de la temperatura superficial del mar en el Mar de Alborán, tanto por separado como combinados.
La Oscilación del Atlántico Norte, conocida en la literatura científica como índice NAO (por sus siglas en inglés: North Atlantic Oscillation), juega un papel esencial en las fluctuaciones de las condiciones climáticas del hemisferio norte. El componente atmosférico de la NAO hace referencia a una variación en la prevalencia entre el anticiclón de las Azores y la región de bajas presiones cerca de Islandia, oscilando de un mes a otro la influencia del anticiclón. La NAO es la mayor fuente de variabilidad, tanto estacional como interanual, de la circulación atmosférica en el Atlántico Norte, especialmente en invierno cuando es más pronunciada. Parte del océano y mares adyacentes responden rápida y localmente a la NAO variando la temperatura superficial del mar, la profundidad de la capa de mezcla, el contenido de calor del océano, el grosor de la cubierta del hielo marino y la circulación de las corrientes superficiales, además de la intensidad y dirección de los vientos predominantes.
Por otra parte la Oscilación del Ártico, conocido en la literatura científica como índice AO (por sus siglas en inglés: Arctic Oscillation), al igual que la NAO, es otro índice climático que adquiere valores positivo y negativo en función a las anomalías de presión existentes en la región ártica, que a su vez están relacionadas con el fortalecimiento del vórtice polar. Desde que la AO fue definida, se ha producido un intenso debate en el seno de la comunidad científica, en relación a su realidad física y su similitud con la NAO. La NAO y la AO pueden ser reflejos en la troposfera de una misma causa común, o fenómenos diferentes con efectos independientes y complementarios. Independientemente, ambos fenómenos repercuten directamente en el clima de Europa existiendo una fuerte relación entre ellos y las condiciones meteorológicas, fundamentalmente durante el invierno.
Los científicos han observado que el promedio anual de la temperatura superficial del agua está relacionada con los valores NAO y AO promedios del año anterior, siendo el efecto de la NAO sobre la temperatura negativo, mientras que el de AO es positivo. Los efectos puros de la NAO y AO sobre la temperatura superficial del agua se oscurecen mutuamente, debido a la correlación positiva entre ellos. Al descomponer la temperatura y los índices NAO y AO en valores estacionales, se observa que la variación en el promedio anual de la temperatura y su media invernal están relacionadas con la NAO del otoño del año anterior, mientras la temperatura de verano se relaciona con la AO de otoño del año anterior. El retraso de un año en el efecto de la NAO y AO sobre la temperatura superficial del agua podría deberse a la cantidad de nieve acumulada en los márgenes continentales del Mar de Alborán, ya que hay una correlación entre la nieve acumulada durante un año y la temperatura del agua del año siguiente. Un AO positivo implica un ambiente más frío en las regiones polares, lo que podría favorecer ocasionales olas de frío sobre la Península Ibérica, que cuando se combina con precipitaciones favorecidas por una NAO negativa, puede dar lugar a la precipitación de nieve. Esta nieve se acumula en las altas cumbres y, tras fundirse en la primavera-verano del año siguiente, produce un aumento de la escorrentía de agua dulce hacia el mar, que a su vez provoca una disminución de la salinidad superficial del mar y la densidad y bloquea el afloramiento local de agua más fría, lo que resulta en una mayor temperatura superficial.