UE urge a tomar medidas para salvar la pesca
El 30% de las poblaciones de peces están por debajo de sus límites biológicos de seguridad. No está claro que puedan regenerarse.
La Comisión Europea emitió ayer esta alerta y hoy lanzará una serie de propuestas como base para aprobar en 2012 un plan de acción.
La cuestión está clara, o se toman medidas radicales o en pocos años los mares quedarán sin peces con el consiguiente crack del sector pesquero.
Bruselas parte del hecho de que la mayoría de las pesquerías europeas padecen sobreexplotación. Los expertos estiman que el 88% de las capturas ya se realizan por encima del umbral de producción máxima equilibrada.
Dos ejemplos.
El 93% del bacalao del mar del Norte es capturado antes de desovar y desde 2005 no hay pesca de anchoa en el Cantábrico, esta última medida es un intento desesperado de devolver la especie a niveles de explotación viables.
La pesca en aguas europeas depende, en buena medida, de pezqueñines, bien por edad o por tamaño, que caen en las redes antes de haberse podido reproducir. Una consecuencia de esta voracidad pesquera es que más del 50% del pescado consumido en la UE es importado, con lo que el problema alcanza dimensiones universales. Un reciente informe de la FAO alertaba de que el 80% de los caladeros mundiales están sobreexplotados.
El sector pesquero es singularmente peculiar porque la progresiva reducción de las flotas (un 2% anual) se ve compensada con los avances de productividad (2-3% por ejercicio), hace notar Bruselas. La Comisión reduce a cinco los problemas estructurales a que hay que encontrar remedio: exceso de capacidad de las flotas; poca definición de las estrategias a seguir, lo que redunda en orientaciones de acción poco claras; obsesión con el cortoplacismo; insuficientes exigencias de responsabilidad al sector, y falta de voluntad política para hacer que se cumpla la reglamentación, a la que el sector tiene poco respeto.
Los derechos de pesca permitirían a sus beneficiarios ofrecer en subasta sus capacidades no explotadas. Fuentes de la propia Comisión hacen notar los peligros de tal régimen. La pesca crea un complejo entramado de relaciones entre empresas medianas y pequeñas, con el consiguiente reflejo social y cultural en numerosas regiones costeras, que muy bien pudiera saltar por los aires si las grandes compañías adquirieran a buen precio derechos de explotación y dejaran sin pesca y actividades relacionadas a muchos puertos.
Fuente: El Pais