Merluza, la cigala, el rape y el gallo están sobreexplotados
El caso de del boquerón no es único. Varios caladeros están sobreexplotados y corren el riesgo de acabar bajo mínimos, según la Agencia Europea del Medio Ambiente y el Consejo Internacional para la Explotación del Mar (CIEM). Entre las especies más afectadas están la merluza, el rape, el gallo o la cigala, para los que España solicita año tras año más cuota pesquera de la que recomiendan los científicos, pese a que reconoce que algunas especies pueden desaparecer al ritmo de pesca actual.
Repasar las cuotas pesqueras que propone el Gobierno y las que recomiendan los científicos supone descubrir una diferencia abismal, pese a basarse en los mismos datos. Desde hace años, el CIEM advierte de que España pesca demasiada merluza, rape, cigala y gallo, entre otras especies. La respuesta del Ministerio de Agricultura y Pesca de acuerdo con Bruselas es permitir siempre más capturas. El resultado es que año a año bajan las capturas de estas especies.
El secretario general de pesca, Juan Carlos Martín Fragueiro, afirma que el ministerio trabaja para mantener los niveles de capturas, aunque lo cierto es que hay varias especies en retroceso.
Una de ellas es la merluza, que ha pasado de 16.000 toneladas a menos de 7.000 en menos de 20 años. El CIEM propuso en 1998, sin éxito, reducir un 60% la pesca. En 2004 propuso prohibir la pesca en el Cantábrico. Martín Fragueiro asegura que la intención del Gobierno es reducir la pesca un 10% anual porque no se puede cerrar de golpe el caladero. En los últimos años las capturas, como en el caso de la anchoa, han estado por debajo de la cuota que permitió Bruselas.
Lo mismo ocurre con el rape: los científicos piden el cierre del caladero desde 2004. Las capturas han pasado de 10.000 toneladas a 3.200 desde 1987 a la actualidad. La cigala también se ha reducido y también se sigue pescando pese a que la recomendación científica es de suprimir la pesca desde 2002. El Gobierno asegura que los informes para reducir la captura "no tienen base científica sólida". Lo mismo hizo con los que alertaban de la caída de la anchoa. Otro tanto ocurre con el rape.
El asesor científico de la secretaría general de pesca, Enrique de Cárdenas, reconoce que hay caladeros sobreexplotados y que, si no se cuidan, acabarán desapareciendo. No sería la primera vez. En 1968 se pescaron 9.586 toneladas de besugo en el Cantábrico. A finales de los ochenta desaparecieron, según un estudio realizado en 1990 por la Fundación Azti, que trabaja para el Gobierno vasco. Hoy sólo se pescan unas cajas.
La Agencia Europea del Medio Ambiente señala que el problema es general en toda Europa, donde la flota "está sobredotada". De Cárdenas coincide: "El pescador muchas veces sólo mira a corto plazo, y los biólogos del CIEM quieren recuperar la especie demasiado rápido sin pensar en que si han subestimado la población, perjudican a muchos pescadores. Hay que encontrar un equilibrio, pero es evidente que en algunos casos hay sobreexplotación".
La directora de pesquerías del Instituto Oceanográfico, Pilar Pereda, asegura que a la hora de fijar las cuotas muchas veces "priman otros intereses sobre la supervivencia de la especie".
El director de investigación de la organización ecologista Oceana, Ricardo Aguilar, afirma que la pérdida de biodiversidad en el mar "se ve menos, pero es igual de grave que la que ocurre en tierra". Y concluye: "Al final es la naturaleza la que echa el cierre al caladero, porque los políticos son incapaces de preservarlos".