Galicia, la tercera comunidad autónoma con más hábitats naturales costeros desprotegidos
- Más del 41,1% de la zona costera en Galicia no está prevista de ninguna figura de protección de la naturaleza
- La praia de Liméns (Cangas, Pontevedra), de las diez más amenazadas de España por proyectos urbanísticos, está peligrosamente cercada por varias aŕeas turísticas-residenciales
- Los ecosistemas costeros no reconocidos por las figuras de protección de la naturaleza son vulnerables al desarrollo de futuras actividades, principalmente turístico-residenciales, pero también industriales o de agricultura intensiva
Vigo, 27 de junio de 2019-. La costa gallega destaca por ser la tercera comunidad con mayor proporción de hábitats naturales fuera de las figuras de protección de la naturaleza. Unas 54.500 hectáreas de zonas costeras están desprovistas de ninguna protección, lo que suponen el 41,1% de toda la costa gallega.
De dichos hábitats naturales no protegidos, un 92,3% son reconocidos como de interés y un 32,7% están catalogados como prioritarios para su conservación por la Unión Europea. Además, este territorio alberga seis tipos de hábitats prioritarios para la conservación, ocupando un total de 16.483 ha (3,1% de su superficie costera), lo que pone en valor la importancia de reconocer y proteger estas áreas costeras.
La dureza del clima en comparación con la vertiente mediterránea, ha contribuido a que Galicia presente una de las costas más preservadas. Por ello, Galicia es una de las comunidades con menor superficie costera afectada, con solo el 8,4% de la superficie ocupada por la construcción urbanística.
Sin embargo, el índice de presión humana sobre los ecosistemas vulnerables de la costa la sitúa como la sexta de todo el Estado y la segunda de la costa norte, después de Euskadi. La presión humana se concentra de forma muy intensiva en el interior de las rías, mientras que la costa abierta directamente al océano mantiene una densidad poblacional más baja, salvo casos puntuales donde el turismo se ha concentrado junto a las aguas más amables de las rías.
Un ejemplo que represente los valiosos ecosistemas costeros vulnerables al impacto humano ligado a la urbanización es la Praia de Liméns (Cangas, Pontevedra). Esta playa es un maravilloso enclave natural que alberga un sistema dunar de gran valor, el complejo dunar de Liméns y Dunas de Frondoal, con el hábitat natural vegetación anual sobre desechos marinos acumulados, alisedas y robledales, pero está cercada por urbanizaciones turístico-residenciales que incumplen la Ley de Costas por estar asentadas demasiado cerca del mar (invaden la servidumbre de protección del dominio público marítimo-terrestre).
Informe A Toda Costa 2019: Pérdida masiva de biodiversidad
Según el informe, el 22,2% de los hábitats naturales de la costa española se ubican fuera de las figuras de protección de la naturaleza; se trata de 519.000 hectáreas de ecosistemas de gran valor pero carentes de protección, de los que un 56,9% están considerados de interés comunitario por la Unión Europea y un 28,8% prioritarios para su conservación.
Las comunidades cuyos ecosistemas desprotegidos experimentan mayor presión humana son Catalunya, Comunitat Valenciana, Andalucía y Euskadi, ya que la superficie urbanizada supera con creces la extensión de dichos hábitats que, al no tener reconocido su valor, son más vulnerables a futuros planeamientos urbanísticos y a los impactos indirectos de la urbanización masiva: contaminación, acumulación de basura, vertidos o falta de cuidado por parte de las administraciones, entre otros.
De estas regiones, la Comunitat Valenciana y Andalucía destacan por la combinación de una gran presión humana con una elevada tasa de hábitats naturales costeros desprotegidos (el 23% y el 19%, respectivamente) a lo que se le añade unas características óptimas para el turismo, lo que constituye el cóctel perfecto para la destrucción de más ecosistemas.
Es curioso el hecho de que la mayor proporción de ecosistemas costeros desprotegidos se da en la costa norte (Asturias, Cantabria, Galicia y Euskadi). En muchos casos, se trata de hábitats seminaturales ligados a actividades agrarias tradicionales, pero que también albergan una gran extensión de hábitats calificados por la UE de interés comunitario y prioritarios para su conservación. Por todo ello, señala el informe, estas regiones tienen todavía mucho trabajo por delante.
El informe de Greenpeace concluye que es necesario un mayor esfuerzo de las políticas de protección de la biodiversidad y reitera la urgencia de las actuaciones sobre el litoral. Hay extensas áreas de hábitats naturales que necesitan ser protegidas antes de que puedan verse afectadas por la urbanización. Además, para revertir la tendencia de pérdida de biodiversidad, los esfuerzos deberían complementarse con la restauración de áreas degradadas, especialmente la recuperación al dominio público de las zonas privatizadas ilegalmente.
“Al actual contexto de pérdida de biodiversidad mundial, en el que la primera causa de extinción de especies es la artificialización del suelo, se suma el resurgir actual del desarrollo urbanístico en la costa, por lo que hemos de poner en valor la biodiversidad que aún no ha sucumbido al ladrillo antes de que sea demasiado tarde”, asegura Paloma Nuche, responsable de la campaña de Costas de Greenpeace.