Debate sobre los presuntos beneficios de un fondeadero en el Campo de Gibraltar
Análisis crítico de los argumentos y la necesidad de transparencia en el proyecto por parte de ‘Plataforma No al Fondeadero’
En las últimas semanas se ha venido hablando sobre los hipotéticos beneficios medioambientales y de seguridad marítima que -para la zona del Campo de Gibraltar, tendría un fondeadero de casi 3000 hectáreas (treinta millones de metros cuadrados) situado a unos 2800 metros de la línea litoral que va desde Punta Chullera hasta Torre Nueva, al lado de La Línea- supondría, curiosamente, para el único tramo de costa natural y virgen que queda desde Granada hasta el Estrecho de Gibraltar.
Esos hipotéticos beneficios medioambientales y de seguridad marítima se cifran, por lo que dicen ser fuentes bien informadas, en cantidades tan redondas como “más de 1.000.000 de toneladas de CO2 que los buques fondeados dejarían de emitir a la atmósfera” y el “gran aumento de la seguridad marítima derivada de que los buques fondeados no estarían al pairo, derivando, en la zona del Mar de Alborán, en espera de atraque o de posición de fondeo” en los fondeaderos establecidos en el interior de la Bahía de Algeciras y que pertenecen ya a la zona de servicio del puerto.
Decir que el Mar de Alborán es una zona marítima que tiene 57.000 km2 por lo que no se entiende que no haya espacio marítimo, seguro y suficiente, para que los 30 barcos que se pretenden fondear en el fondeadero propuesto no puedan navegar con seguridad a un régimen de máquina reducido, y por tanto menos contaminante, aunque sea en la parte más occidental del mismo a distancias que no superen las 2 o 3 horas de travesía hasta la bahía de Algeciras, esperando a disponer de un espacio de fondeo en aguas de la Bahía de Algeciras o de un atraque en el Puerto.
Sería deseable, en aras a la transparencia, que se publicasen los estudios científicos que avalan tal reducción de las emisiones por el establecimiento del fondeadero así como los estudios técnicos que se hayan realizado y que determinen que un barco fondeado está más seguro que un barco navegando.
Sería también deseable que se justificase de forma profunda la verdadera necesidad de establecer tal enorme fondeadero sin antes haber justificado la óptima gestión de los ya existentes dentro de la Bahía así como de la eficiente regulación del tráfico marítimo desde puerto de origen a puerto de destino en el Puerto de Algeciras.
Igual que suponemos que se han realizado cálculos precisos que avalen tal reducción de emisiones de CO2 por el establecimiento del enorme fondeadero que se pretende, entendemos que se pueden hacer estudios similares para determinar la cifra de reducción que se obtendría mediante los ajustes posibles en los regímenes de máquinas de los barcos para ajustar sus llegadas de forma racional, tal que evitasen el colapso de los fondeaderos existentes.
Probablemente nos sorprenderíamos de los resultados de forma muy positiva para el medio ambiente si pusiésemos en práctica un modelo de gestión de tráfico marítimo desde el origen para regular las llegadas al destino, como por cierto se hace en otros lugares congestionados o con restricciones de espacio. Aunque claro, lo fácil es que si “el salón se me queda pequeño lo inmediato y sencillo es tirar la pared del patio y ocupar las zonas comunes”.
Lo cierto es que los intereses económicos son el núcleo de aquellas conclusiones. Y nada hay que decir en este sentido ya que el primer principio de la sostenibilidad es la economía. Nada es sostenible sino se puede autosoportar desde el punto de vista económico. Pero debemos ser honestos y decirlo claramente.
Las milongas quedan para el folclore cultural de algunos países sudamericanos.