El mar de Aral seguirá en los mapas
Kazajstán, una de las repúblicas centroasiáticas independizadas tras disgregarse la URSS, no quiere que el mar de Aral desaparezca de los mapas; al menos, no del todo.
Su Gobierno ha emprendido la titánica tarea de recuperar la zona norte del mar de Aral, después de que la desecación haya convertido dos terceras partes de este mar interior en un desierto de sal y arena.
La causa del desastre ecológico ha sido la irrigación masiva de los campos de algodón practicada por los antiguos dirigentes soviéticos, que desviaron los caudales de los dos ríos –el Syr-Daria y el Amu-Daria– que alimentaban el Aral.
Ahora, las autoridades de Kazajstán han puesto en práctica un plan para recuperar la zona norte de este mar, aprovechando que se escindió de la zona sur y aún hay esperanzas de que pueda sobrevivir con las aportaciones del río Syr-Daria.
El plan incluye dos ejes de actuación. Por un lado, se ultima la construcción de un gran dique –de 13 kilómetros de longitud– para retener las aguas que aporta el Syr-Daria y para que éstas no se pierdan en el Aral sur, que está a una altura inferior.
Y, por otro lado, se están mejorando y modernizando las infraestructuras hidráulicas en el valle del Syr-Daria con la finalidad de que este río lleve más agua al mar de Aral.
Se van a impermeabilizar los canales de riego, se construirán exclusas y se hará una regulación del agua, abriendo y cerrando compuertas, además de reconstruir el embalse de Aitek. Todo ello hará aumentar la corriente de 300 metros cúbicos por segundo a 1.200 m3/s.
De esta manera, si todo va bien, la zona norte del mar de Aral ganará dos metros de altura en tres años y se ocuparán 870 km2 de tierra seca adicional, con lo que el puerto de Aralsk dejará de estar a 12 kilómetros de la orilla del mar.
Además, como disminuirá el nivel de salinidad del agua, se podrán reintroducir especies de peces que desaparecieron, como la carpa o el esturión, y se posibilitará recuperar la vida marinera y pesquera, algo necesario para fijar una población que ha emigrado.
Los males en la región se remontan a los años 50, cuando la Unión Soviética puso en marcha en Kazajstán y Uzbekistán un amplio plan de construcción de canales para regar los cultivos de algodón y arroz con el caudal del Syr-Daria y el Amu-Daria.
Las consecuencias fueron no sólo la desecación del mar (que era su desembocadura), sino también un aumento de la salinidad del agua del mar y de las tierras circundantes, así como la contaminación de suelos fértiles a causa del uso masivo de productos químicos.
Con esta ciega política hidráulica, el mar de Aral pasó de ocupar una superficie que doblaba en 1960 la de Catalunya (68.900 km2) a quedarse en dos terceras partes menos (21.200 km2) y ver reducido el caudal a una séptima parte (de un volumen de 1083 km3 a 143 km3), según los datos más recientes.
El mar bajó su nivel desde los 53 metros de altura en 1960 a menos de 30 metros de hoy en día, según agrega en declaraciones escritas a este diario el gobernador de la región de Kyzyl-Orda, Serikvai Nurguisaev.
Las lagunas deltaicas se perdieron; desapareció gran parte de la flora y la fauna, y la desecación generó grandes cúmulos de residuos que han llenado la atmósfera de sal y polvo mientras la contaminación ha causado numerosas enfermedades.
Otro paisaje, otro clima
Por si todo esto fuera poco, al retirarse el mar en estos 40 años, los pescadores kazajos y uzbecos han visto cómo sus costas se alejaban hasta 150 kilómetros, mientras los barcos han quedado enterrados o volcados en la arena como enormes monumentos surrealistas a la inutilidad.
Un total de 28 de las 30 especies de peces se extinguieron y debieron cerrar las fábricas de conservas, antaño prósperas.
De los 85.000 habitantes que había en la parte kazaja del Aral, 40.000 vivían de la pesca; y de éstos, unos 16.000 ya han tenido que emigrar de la región.
Muchos pensaban que recuperar el Aral era una causa perdida. Pero los habitantes de la zona norte no han aceptado esta fatalidad.
En 1996, los kazajos de Aralsk ya construyeron un dique para que no se perdiera el agua, pero se vino abajo. Ahora, las perspectivas son mejores. Los nuevos planes cuentan con un presupuesto de 85 millones de dólares, de los cuales 21.2 millones son financiados por Kazajstán y el resto por el Banco Mundial.
Serikvai Nurguisaev recuerda la catástrofe laboral y humana que ha supuesto el cierre total de la empresa conservera Aralribprom (de Aralsk), una firma fundada en 1921 y cuya actividad cesó totalmente en 1999.
Las capturas pesqueras en esa época rebasaban a principios del siglo pasado las 20.000 toneladas de pescado al año, mientras la industria pesquera empleaba a unas 3.000 personas. Sin embargo, el pescado empezó a desaparecer por la irrigación de los desiertos del Asia central.
Hoy aquellas viejas naves industriales, donde se procesaba todo tipo de pescado, son ahora sólo edificios fantasmales. Mientras, en la parte sur del mar de Aral –Uzbekistán– el mar se sigue “evaporando” y puede desaparecer en 15 años si no so se hace nada.